domingo, julio 30, 2006

Líbano 2006: ¿Existen las guerras justas?

Por primera vez en 40 años Israel parece estar en una guerra justa. Esta es la segunda vez desde 1948, tras la Guerra de Iom Kippur, que Israel está defendiendo su territorio en lugar de ocupar, conquistar o colonizar alguna zona o, como en 1956, ser parte de una conspiración fraudulenta para defender los intereses de occidente en la región. La situación está bien clara: Israel está actuando en contra de una organización terrorista que ignoró los acuerdos limítrofes internacionales y actuó en contra del estado de Israel con el consentimiento de Damasco y Terán. Los motivos para responder son suficientes, los objetivos, métodos y resultados problemáticos.

Como ya sabemos, esta no es la primera crisis que desencadena operaciones militares en el Líbano. La primera de ellas fue en 1978 cuando la lucha contra guerrilleros palestinos se convirtió en un combate mayor llamado “Operación Litani”. Pero incluso en el más serio de los incidentes, la Operación “Paz para Galilea” de 1982, que incluyó años de lucha en el Líbano entre Israel y las fuerzas Sirio-Libanesas las partes pudieron mantener el conflicto dentro de límites razonables, evitando una escalada de violencia y la regionalización del mismo.

Las incursiones dentro de Líbano son una manifestación de uno de los más significantes aspectos de lucha asimétrica. Mientras que las historias de los conflictos en occidente generalmente se vieron guiadas por las clásicas visiones greco-romanas de enfrentamientos entre ejércitos en campos de batalla, las guerras que ha luchado Israel en el Líbano lejos se encuentran de los conflictos al estilo occidental. En el caso libanés la lucha ha sido contra, guerrillas, terroristas y grupos fundamentalistas, una lucha que no es entre estados sino contra organizaciones terroristas que funcionan como pseudos-estados dentro de estados, en el caso actual una guerra en la cual hay que tomar las precauciones necesarias para no dañar al gobierno oficial del Líbano, un gobierno que cuenta con el apoyo del mundo occidental.

Las preguntas que surgen inevitablemente de esta crisis es ¿Por qué ahora? ¿Por qué eligió Hizbolá atacar justo en este momento? Probablemente es debido a Irán, ya que en estos días debería vencer el ultimátum impuesto por occidente a fin de llegar a un acuerdo sobre los planes atómicos persas. Quizás por que el dictador sirio Assad hijo está incumpliendo con la resolución 1559 de la ONU y dando protección al líder terrorista de Hamas Khaled Mashal en Damasco. Quizás para bajar la presión a la que se ve expuesto el gobierno terrorista de Hamas, o quizás simplemente debido a que el proceso de democratización del Líbano dirigido por Fuad Siniora resta importancia al estatus que Nasrallah desea tener en ese país.

No importa realmente cuales son los motivos, lo que debemos tener en cuenta, como hemos dicho, es que Hizbolá decidió unilateralmente atacar a Israel, violar el límite internacional, asesinar y secuestrar soldados, motivo suficientemente justo para responder, el hecho de que la soberanía israelí fuese violada es un delito internacional, y debido a esto podemos ver el apoyo internacional a Israel.

Guerra local con objetivos zonales

“No hay enemigo pequeño ni fuerza desdeñable por que ya no hay pueblos aislados”.
Ernesto Che Guevara

Por más de 50 años las guerras en Medio Oriente han sido guerras internacionales. Grandes potencias han utilizado pequeños países y grupos como sus soldados y las batallas entre grandes estados se han peleado en pequeños países como el actual debilitado Líbano, pero las consecuencias mundiales pueden ser impredecibles.

Las relaciones entre Hizbolá, Hamas, Irán y Siria son extremadamente obvias. El armamento de la guerrilla libanesa ha llegado desde las tierras persas, y hoy, en medio de los ataques israelíes, aún hay intentos sirios de proveer armamento a Hizbolá. Si bien es difícil predecir como responderán estos dos países, debemos tener en cuenta que en el caso de Irán el ingreso a una guerra contra Israel y la regionalización oficial del conflicto sin duda traería consecuencias negativas a sus intentos de resolver el conflicto sobre la construcción de facilidades nucleares en su país y le generará una insolación aún mayor en la comunidad internacional.

Por el lado del otro miembro del “eje del mal”, Siria, a pesar de la ya comprobada inexperiencia de su presidente, es de suponer que tampoco debería entrar en este conflicto directamente ya que el ingreso de fuerzas de este país a territorio Libanés supondrían una violación de la resolución 1680 de la ONU la cual le prohíbe desplegar fuerzas armadas en Líbano y las sanciones inmediatas sobre el ya debilitado país serían prácticamente inmediatas.

La comunidad internacional, sorprendentemente apoya, hasta ahora, la posición israelí, siempre y cuando el estado Judío no realice matanzas de civiles y no dañe sustancialmente el frágil gobierno de Fuad Siniora. Los líderes del Grupo de los 8 acordaron en San Petersburgo permitir el uso de “mano dura” israelí a fin de castigar a Hamas y Hizbolá, los esfuerzos diplomáticos se encuentran prácticamente congelados dándole tiempo al ejército israelí para completar su misión.

Para Olmert y Peretz, dos políticos cuya capacidad de gobernar bajo situaciones de extrema presión se encontraba bajo grandes dudas entre la ciudadanía israelí la actual crisis les ha dado grandes réditos políticos.

A pesar de que Olmert siempre deseo ser Primer Ministro no muchos israelíes creían que llegaría a ocupar este puesto, como declarara Yosi Sarid “ganar la lotería hubiera sido más fácil”, demás está decir que las dudosas capacidades militares – entre otras - del líder laborista Amir Peretz hace pocos meses daban que pensar que ver al mismo en el puesto de Ministro de Defensa sería solamente una broma de mal gusto. Ambos, principiantes en sus puestos, cuentan hoy en día con gran apoyo de la población, una población víctima de los sentimientos que piden venganza y victoria, dos factores que estos dos políticos están dispuestos a brindar.

La actual guerra en el Líbano finalmente le dio a la discutida y problemática coalición gubernamental de Kadima consenso nacional, permitiéndole salir a una guerra apoyada por la mayor parte de los israelíes. Las grandes preguntas son: ¿cuanto tiempo podrán Olmert y Peretz mantener a Israel en guerra, especialmente cuando los ataques con misiles sobre Israel no aparentan disminuir? ¿Cuánto tiempo continuará apoyará la ciudadanía la estadía del ejercito en Líbano mientras vuelven al país cuerpos de soldados? Debemos tener en cuenta dos reglas básicas de los conflictos modernos: 1) las escaladas de violencia contra grupos extremistas generalmente generan más extremismo y fundamentalismo, especialmente cuando hay un gran número de víctimas civiles. 2) un ejercito profesional ha raramente podido desmantelar y derrotar completamente guerrillas fundamentalistas bien armadas y organizadas.

Los límites actuales del conflicto y las “sorpresas de Nasrallah”

A pesar de las lluvias de misiles sobre las ciudades del norte de Israel y los constantes ataques israelíes sobre el Líbano debemos tener en cuenta que ninguno de los dos bandos está usando su máxima capacidad para derrotar al enemigo, podemos decir que el conflicto está limitado. El ejército Libanés no ha intervenido, y la tan esperada ayuda externa desde Siria e Irán aún no ha llegado. Aún así los ataques sufridos por el norte del Israel son solamente comparables a los que sufriera el país durante la Guerra de la Independencia.

Los objetivos de las partes también todavía son limitados. Hizbolá aún no ha intentado ataque contra ciudades en el centro de Israel, probablemente este grupo no esperaba una reacción israelí tan severa a su ataque. Es de suponer, que a pesar de las declaraciones de guerra de Hassan Nasrallah, este esperando que la comunidad internacional logre un cese de fuego y así pueda Hizbolá declarar un triunfo sobre el Estado Judío fortaleciendo su estatus de único defensor del Líbano.

Por parte de Israel los objetivos son limitados pero muy importantes. El primero es expulsar a Hizbolá del Sur del Líbano, intentando obtener una victoria militar que le permita reducir la amenaza de esta guerrilla sobre Israel, y fundamentalmente devolver al estado judío la capacidad de atemorizar al enemigo con la contaba desde la guerra de los Seis Días. Varias formas existen para lograr estos objetivos, algunas pueden ser más dolorosas y letales que otras, y cabe recordar que en una guerra generalmente ambos bandos sufren, si bien el más fuerte sufre menos, este aún tiene bajas.

La muerte de Nasrallah, otro de los objetivos israelíes, si bien dejaría contenta a la población israelí y a todos aquellos quienes se oponen al terrorismo fundamentalista no significará el fin de Hizbolá. Nasrallah ya ha sobrevivido varios intentos de asesinato en Beirut. Si bien habría algunos beneficios inmediatos dado su gran carisma, el valor de este asesinato a largo plazo es más que dudoso. Es de tener en cuenta que la reacción de Hizbolá ante el asesinato del líder será casi con seguridad un escalda en la violencia que puede incluir el uso de sus misiles “Zedal” para atacar el centro de Israel o activar sus redes terroristas internacionales.

El líder de Hizbolá promete constantemente “sorpresas”, alguna de las cuales resultaron ser verdaderamente letales y llevaron al conflicto a un nivel mucho más dramático del que aparentaba durante los primeros días. Los ataques al norte del país llegaron hasta Haifa, Tiberias, Carmiel, Afula, ciudades que durante décadas no habían sido víctimas de los enemigos del Estado de Israel. Según Nasrallah sus “sorpresas” aún no han terminado, a fin de saber que tipo de sorpresas nos prepara debemos analizar el pasado de esta organización. Hizbolá, dado que es organización guerrillera y terrorista, en el pasado a respondido ya con “sorpresas” en diferentes lados del mundo. Este grupo tiene una larga lista de ataques cometidos fuera del Líbano e Israel. Sus víctimas incluyen objetivos no solo Israelíes y occidentales sino que varios estados árabes como Arabia Saudita, Kuwait, Bahrein, y los Emiratos Árabes ya han sido sufrido sus ataques. Quizás los ataques más recordados llevados a cabo por esta organización han sido los atentados contra la Embajada Israelí en Buenos Aires en 1992 y la Sede de la comunidad Judía (AMIA) en el mismo país dos años mas tarde. Ambas acciones tuvieron lugar luego de acciones israelíes y bajo el aparente apoyo de Irán, y con el correr de los años contaron con el vergonzoso encubrimiento de facto de los corruptos gobiernos argentinos y el ridículo sistema legal de este país. En 1992 Israel atacó un campo de entrenamiento de Hizbolá donde decenas de terroristas fueron eliminados y en 1994 el Sheik Abbas Musawi fue eliminado por un helicóptero Apache.

La sofisticación de estos ataques en Argentina demostró la habilidad de Hizbolá e Irán para exportar terrorismo y actuar rápidamente sin aviso previo. Es de suponer que luego de los fatales ataques en Argentina Hizbolá ha continuado mejorando su capacidad para realizar ataques terroristas en diferentes partes del mundo. Los objetivos pueden ser muchos, no solo ataques en Israel o los Estados Unidos, por ejemplo Turquía debido a la presencia de células de Hizbolá, su proximidad a Siria y Líbano y a la existencia de numerosas instituciones judías se encuentra bajo alto riesgo, Europa también puede ser víctima y países árabes como Egipto y Jordania quienes han demostrado oponerse al terrorismo islámico y como si fuera poco “traicionaron” al mundo musulmán firmando acuerdos de paz con el Estado Sionista sin duda están entre los países que pueden verse afectados. Es de suponer que estas son algunas de las “sorpresas” de Nasrallah. quizás el motivo principal por el cual aún no ha hecho uso de esta posibilidad es debido a que el uso de terror debilitaría aún más la posición de Hizbolá dentro de la comunidad internacional y también dentro del mismo Líbano, país donde Hizbolá intenta presentarse como el único verdadero defensor de los intereses nacionales del mismo.

¿Hasta donde llegar?

Si nos ponemos a analizar cuales serían las condiciones que gran parte de la población de Israel desea que se logren en esta operación militar concluiríamos básicamente que esta desea la eliminación de Hizbolá de la forma más rápida, fulminante y elegante posible, la destrucción de todos los misiles de esta organización, la muerte de su líder Nasrallah y alejar a este grupo del límite internacional. Estos objetivos no pueden ser obtenidos en su totalidad por medio de operaciones aéreas, por lo cual el gobierno israelí posee dos opciones, permitir el ingreso de fuerzas terrestres al Líbano o modificar los objetivos a fin de evitar mayores bajas en sus fuerzas y en la población civil libanesa.

El justificado trauma israelí generado por el oscuro pasado de las invasiones al Líbano debería lamentablemente ser tomado en cuenta antes de ingresar al Líbano por tierra. Una invasión terrestre siempre tiene un comienzo pero generalmente no se sabe cuando culmina, lo que al principio es una invasión puntual y reducida se va ampliando lentamente a fin de derrotar al cruento enemigo, más y más fuerzas son enroladas y los cuerpos de los soldados comenzarán a llegar. El deseo de conseguir la victoria absoluta, puede requerir un precio tan alto que el mismo concepto de “victoria” se convierte en muy discutido, ¿puede realmente haber victoria en una guerra?

Muchos sectores de la población israelí están asombrados de que Tzahal, potente, poderoso, quien puede enfrentar a cualquier enemigo, aún no consigue vencer a un grupo de guerrilleros como Hizbolá.

Israel salió a una guerra por obligación, justa e inevitable. Durante 10 días los sofisticados aviones de la fuerza aérea se ocuparon de destruir una gran parte de Líbano, demostrándole al mundo árabe que el Estado Judío responde, y muy duramente cuando lo considera necesario, devolviéndole a Tzahal su capacidad de imponer miedo ante los enemigos del Estado Sionista. Tras esos 10 días también quedó muy claro en el ámbito diplomático que cualquier cese de fuego debería incluir el regreso de los soldados secuestrados por Hizbolá y Hamas, la salida de Hizbolá del Sur del Líbano y el control de esa zona por el ejercito del Líbano. Esos deberían haber sido los únicos objetivos de esta guerra. Por su parte, el debilitado gobierno libanés presidido por Fuad Siniora y la comunidad internacional aparentemente tras 10 días de ataques masivos comprendieron el mensaje y declararon interés en comenzar negociaciones para en cese de fuego y comenzar con el juego político en lugar de seguir con los ataques militares. Habría que haber llegado a un acuerdo que implique el cese de fuego hacia el norte del país y la devolución de los soldados, pero lamentablemente el inexperto gobierno israelí se dejó guiar por los sentimientos y va en busca de más.

El ingreso terrestre a Líbano es extremadamente problemático, el alto precio a pagar con la vida de soldados es un precio muy duro para la sociedad israelí y lamentablemente como lo hemos dicho toda entrada pone en duda la fecha de salida, y la historia se repite, tras muchas muertes y días en los cuales los ciudadanos del norte del país pasen en los bunkers en lugar de estar en las playas de Haifa, Naharía y Tuberías se deberá llegar la solución política, pero, hasta que eso pase el apoyo de la comunidad internacional y impresionantes logros obtenidos por tzahal durante los primeros 10 días esta guerra que fuera justa estarán muy lejos de ser recordados.

Como en la mayoría de los casos de conflictos bélicos de baja intensidad, la confrontación actual será raramente resuelta por medios militares, pero aún no hay consenso sobre alguna estrategia política factible para terminar las confrontaciones.

Básicamente el enfrentamiento entre Israel y Hizbolá puede convertirse en una “cuestión de honor”, algo muy común en Medio Oriente. Ambos lados están fuertemente influenciados por la opinión pública. Si bien una línea de pensamiento racional llevaría a ambas a partes a comenzar con las negociaciones diplomáticas a fin de facilitar la vida de los civiles de los dos lados de la frontera, el fundamentalismo, el orgullo y la inexperiencia de los líderes muchas veces los llevan a pensar que la guerra es una solución mejor que la paz.

La historia nos muestra que cada una de las batallas del conflicto árabe-israelí es solamente un preludio de la próxima, las victorias en los campos de batalla son temporales, las luchas de estos días son probablemente solo otra de las batallas.

La habilidad de los grandes líderes y políticos que se ven envueltos en conflictos armados reside en tener la capacidad de ver el momento justo en el cual una guerra comienza a perderse en el campo diplomático, en el cual llega el momento de no intentar ir demasiado lejos, en el cual se corre el riesgo de que una guerra justa se convierta rápidamente en una masacre para ambos lados y como consecuencia en simplemente injusta, sin importar quien tenga la razón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Daniel. Encuentro muy interesante tu blog pues provee de una perspectiva de primera mano sobre el conflicto. Normalmente estoy de acuerdo con tus análisis, pero en este hay varias cosas que me llamaron la atención, y la más fuerte fue que mencionas que Israel cuenta con el apoyo internacional. Eso no es así. Si no fuera por el torpedeo permanente de Estados Unidos a las resoluciones de la ONU, otro gallo cantaría.
Por lo demás, estamos de acuerdo en que la guerra no resuelve nada, sino que deja los cimientos para la próxima escalada de violencia. La solución pasa por la política.
Salu2!

Anónimo dijo...

daniel: mi nombre es benjamin alaluf, y te cuento que estoy sacando informacion de nuestro arbol genealogico, me encantaria que me ayudaras. contactatae con migo a alaluf.diego@gmail.com