lunes, diciembre 10, 2007

Un histórico y peligroso juego de palabras

La retórica antisionista del presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, es -sin duda- extremadamente preocupante. En sus más “pintorescas” declaraciones ya ha hablado de "borrar a Israel del mapa", e incluso utilizó sus dones de Mesías para predecir que "una ola de ataques en Palestina borrarán esa mancha (el Estado judío) de la faz del islam".


Es muy importante reconocer la diferencia entre el discurso iraní y su política. Las relaciones entre Israel e Irán llegaron a su fin en 1979, tras la revolución del Ayatolá Khomeini. El cambio de retórica tuvo comienzo en esos días; por lo tanto, las actuales declaraciones de Mahmoud Ahmadinejad no deben sorprendernos. Ya durante la década del ’80 del siglo pasado, Irán llamó constantemente a la destrucción del Estado de Israel, pero -en la práctica- los intereses estratégicos iraníes durante el período de la guerra Irak-Irán (1980-1988) coincidían en gran manera con los israelíes, y por esto Irán fue muy cuidadoso, a fin de evitar cualquier posible confrontación directa con el Estado judío. En esos días, Israel reconoció la diferencia entre la retórica y la política iraníes, y a pesar de que hayan llamado a este país "un tumor canceroso", altos miembros del gobierno israelí intentaban -al mismo tiempo- influir al lobby norteamericano a fin de "devolver a Irán al mundo occidental".


Cambio retórico


La diferencia entre retórica y política siempre existió en las relaciones entre Jerusalén y Teherán. En 1982, Ariel Sharón (ministro de Defensa en ese momento) anunció orgullosamente en la red de televisión NBC que Israel continuaría vendiendo armas a Irán, a pesar del embargo norteamericano. Debemos recordar que, en esa época, Irán presentaba constantemente peticiones ante la ONU a fin de expulsar a Israel de este órgano. Los objetivos estratégicos y la retórica iraní estaban en conflicto, y como consecuencia, la respuesta israelí era realista y no ideológica.


A mediados de la década del ’90, la situación comenzó a cambiar: el discurso israelí comenzó a embestir más firmemente contra el régimen de los Ayatollas. En 1993, a pesar de estar Irán seriamente debilitado tras la devastadora guerra contra Irak, Itzjak Rabin declaró en el Parlamento que "la lucha israelí contra el terrorismo islámico asesino está destinada a despertar al mundo, que está dormido frente al fundamentalismo shiíta". Con respecto a Irán, el premier israelí dijo: "la muerte está a nuestras puertas".


El objetivo de este cambio de retórica israelí fue, en parte, demostrar a los Estados Unidos -tras haber finalizado la Guerra Fría- que Irán no era un socio factible, a pesar de los intentos que realizaba su entonces presidente, Hashemi Rafsanjani, por acercarse a Washington.


En 1994, un año más tarde de que Israel intentara debilitar a Irán, comenzó la campaña de venganza de Teherán por medio del terrorismo, siendo una prueba de esto el brutal atentado contra la AMIA. Irán también intentó atacar el proceso de paz, dado que éste parecía ser el eslabón más débil en la creación de un nuevo Medio Oriente, en el cual un Irán fundamentalista no tendría lugar.

La amenaza iraní

En nuestros días, el mapa geopolítico en Medio Oriente ha cambiado. Israel ya no necesita a Irán a fin de contrarrestar a Irak o a otras potencias árabes, e Irán -por sí mismo- se ha convertido en una amenaza. Pero, ¿es Irán una amenaza tan sólo para Israel o lo es para todo el mundo libre?

Si bien el presidente iraní no aparenta ser un gran simpatizante de la "entidad sionista", debemos tener en cuenta que no es Israel el único país que debe preocuparse por esta situación. Los misiles "Shihab 3" no sólo amenazan a Israel, sino también a todos los países del Golfo Pérsico, productores de petróleo. El desarrollo del misil "Shihab 4", de largo alcance, amenaza fundamentalmente a Europa occidental; es decir, si Irán deseara atacar solamente a Israel, no desarrollaría este misil. Irán intenta convertirse en una superpotencia militar, no sólo para amenazar a Israel, sino para desafiar a todo el mundo occidental.

No existe indicio alguno de que Irán desee atacar primero a Israel o a algún otro país. El de Teherán, al igual que otros gobiernos islámicos de la región, ha usado el conflicto palestino-israelí -y específicamente, la situación en los territorios ocupados por Israel- con fines netamente publicitarios. Rara vez, sin embargo, ha hecho algo concreto para ayudar realmente a los palestinos. No sería lógico que Irán lanzara un ataque contra Israel -que posee, según fuentes extraoficiales, como mínimo 300 armas nucleares y sofisticados misiles que fácilmente podrían destruir el Estado persa- a fin de defender a los palestinos, teniendo en cuenta que muchos de ellos también morirían. Pero un ataque israelí sí le daría a Ahmadinejad motivos suficientes para la cruel venganza.

Uno de los mayores elementos de disuasión israelí es su sistema de defensa. El Estado de Israel es el único que posee un sistema antimisiles en funcionamiento, el "Flecha 2" ("Jetz 2"). Si bien no es completamente impenetrable, aún permite interceptar con alto grado de éxito un posible ataque, brindándole la capacidad de responderles efectivamente a sus agresores. Las reacciones de Israel pueden ser muy variadas, desde convencionales a "no tan convencionales". Esperemos que no debamos averiguarlas.

¿Es viable una acción militar?


Los próximos meses -o quizás, años- serán sumamente problemáticos. En nuestros días, la situación en la que se encuentra Irán tiene similitudes con aquélla de 1994, pero -a diferencia de los ’90, cuando era débil- hoy en día, el régimen de Teherán posee otros proxies para responder: Hizbollá, Hamas, Irak, Afganistán.

Israel, definitivamente, no se encuentra sólo frente a la amenaza de Teherán. Las bases y arsenales iraníes están dispersos en diferentes lugares subterráneos del país, camuflados y vigilados. Los ejemplos históricos demuestran que incluso una campaña de bombardeo masivo -como la realizada por los Aliados contra Alemania durante la Segunda Guerra Mundial- no siempre logra paralizar a una maquinaria de guerra organizada, sino que puede -incluso- acelerar la producción. Una acción militar tan complicada no parece ser una opción viable, necesaria ni recomendable para Israel, a pesar de su gran capacidad militar y experiencia.

En estos momentos, el accionar en el ámbito diplomático es aparentemente la mejor opción. Una acción militar sacaría a Irán por completo del ámbito internacional, obligando a que la situación sea completamente solucionada por una operación a gran escala, cuyo objetivo final sería el cambio del régimen iraní. Opción que no debe ser tomada por el mundo occidental, sino por el propio pueblo iraní.

En estos días, en Irak somos testigos del problema que genera el intentar cambiar un sistema político cuando el pueblo no está preparado para ello. Si bien Irán es una amenaza para el mundo libre, ¿puede éste soportar otro "Irak" en estos días?

El honor israelí se ve dañado por las declaraciones de Mahmoud Ahmadinejad, pero debemos nuevamente separar entre retórica y política y considerar que Israel es "tan sólo" una parte en un mensaje mucho más global y profundo que debe preocupar a todo el mundo libre.

Teniendo en cuenta estas realidades, ¿por qué debería Israel ofrecerse voluntariamente a "salvar" al mundo libre, en lugar de mantener un perfil bajo?

miércoles, noviembre 14, 2007

De Camp David a Annapolis

Publicado 14 de Noviembre 2007 en:

http://www.wzo.org.il/es/recursos/view.asp?id=2320

Aún no está muy claro sobre que se tratará en la Conferencia de Annapolis, las reuniones preliminares entre los líderes no parecen ser muy promisorias. La agenda de la misma no ha sido definida, o al menos, no ha sido publicada. Los temas de esta Conferencia parecen ser un misterio. Lo único que está definido hasta el momento es el lugar: la Academia Naval de Annapolis, Maryland. ¿Cómo llegan las partes a esta Conferencia?


La situación actual en Israel y los territorios palestinos no parece ser la más adecuada para que la Conferencia de Annapolis de resultados positivos. Israel sigue construyendo en los territorios, el fundamentalismo islámico domina el gobierno y las calles de Gaza y ambos líderes, Olmert y Abbas, casi no cuentan con apoyo popular. En el medio de esta complicada realidad, política, social y zonal pareciera ser difícil que la Conferencia logre avanzar el estancado proceso de paz.


Siete años, miles de muertos y una nueva Conferencia


El último gran intento para lograr un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos fue durante la presidencia de Bill Clinton, a fines del 2000, cuando en Camp David el difunto Yasser Arafat y el ex Primer Ministro Ehud Barak intentaran, sin éxito, llegar a un acuerdo. Este fracaso es visto como uno de los detonantes de la cruenta intifada palestina que cobró miles de vidas en ambas bandos.


Los temas críticos, tras siete años de lucha, siguen siendo los mismos y pueden resumirse básicamente en tres puntos: los límites del futuro estado palestino, el estatus de Jerusalén, y los refugiados palestinos.


Siete años más tarde de lo que fuera el fracaso de Camp David los mismos actores llegarán a tratar los mismos temas, pero el contexto y la posición de los mismos ha cambiado.


En el caso de los palestinos, la retirada israelí unilateral de la Franja de Gaza, puede considerarse como una especie de victoria para ellos. Una amarga victoria que vino a cuenta de una guerra civil interna entre Fatah – Hamas y la pseudo-democracia que existía, fragmentación política total, la destrucción casi completa de la economía palestina, la condena internacional, el implemento de nuevas sanciones y restricciones israelíes, entre ellas la construcción de la valla de seguridad, y asociación del régimen terrorista de Hamas con el Eje del Mal liderado por Irán,


Israel, por su lado, debió soportar la segunda intifada, luchar contra el terror mientras que ganó el respecto de la comunidad internacional por su retirada de la Franja de Gaza. La economía israelí se encuentra más fuerte que nunca y desde el punto de vista gubernamental neto – sin tener en cuenta las amenazas generadas por los casos de corrupción – la coalición formada por Ehud Olmert parece ser relativamente estable. El tema palestino si bien hoy en día representa un problema existencial para el Estado de Israel, el mismo no es de carácter, siendo hoy en día la principal preocupación del Estado Judío la amenaza existencial que puede significar un Irán con potencial nuclear y las acciones que puedan ejercer sus "proxys" (Siria y Hizbollá) a fin de arrastrar a Tzahal a un conflicto bélico.


El tercer actor inseparable en todo acuerdo de paz en Oriente Medio es, sin duda alguna, el gobierno americano. La reputación del Tío Sam se ha visto seriamente dañada como consecuencia de la sangrienta y caótica aventura militar llevada a cabo en Irak por George Bush hijo, pero a pesar de la problemática imagen de los Estados Unidos en los países árabes e incluso en amplios sectores de la comunidad europea tanto Israel como la Autonomía Palestina consideran la supervisión americana ser una garantía para la firma de cualquier acuerdo.


Los Estados Árabes moderados que son tradicionales aliados de los Estados Unidos en el Golfo, específicamente Arabia Saudita, ya han declarado que estarían dispuestos a reconocer la existencia de Israel en el marco de un acuerdo regional que solucione el problema palestino y el conflicto Sirio-Israelí. No debemos olvidar que estos estados tienen un problema común con Israel: los delirios imperialistas de Irán.


El mapa político actual se encuentra mucho más polarizado que en el año 2000. Por un lado se encuentran los países y grupos pertenecientes al Eje del Mal (Irán y sus secuaces: Siria, Hizbollá, Hamas y La Jihad Islámica) mientras que por el otro se encuentran los Estados Unidos y sus aliados (Israel, Egipto, Jordania, Arabia Saudita y el debilitado gobierno del Líbano). Esta polarización sugiere que el conflicto palestino-israelí es menos importante en sí mismo convirtiéndose en parte del conflicto regional. Si bien la solución del mismo será positiva para la estabilidad de la zona, la misma no resolverá el conflicto regional.

En busca de un logro


En medio de esta problemática realidad, ¿por qué Olmert y Abbas desean la Conferencia? Las razones que tienen ambos líderes son bastante similares. Ninguno de los dos es ampliamente apoyo por su pueblo, ninguno de los dos es carismático y ninguno de los dos sabe cuando terminará su mandato. Cualquier logro político, por minúsculo que pueda ser, será determinante para el futuro de estos líderes.


En el caso de Olmert, el apoyo de la población israelí va en descenso cada día, el fracaso de la aventura militar israelí del año pasado, la Segunda Guerra del Líbano y la sombra de la comisión Winograd que aún lo persigue y amenaza con costarle su codiciado puesto - al que llegara por una mala jugada del destino – como le ha costado a al ex Ministro de Defensa, Amir Peretz y al Jefe Mayor del Ejercito, Dan Halutz; a esto se le unen a la lista de investigaciones por corrupción que se están llevando a cabo en su contra. Solo un gran logro político puede salvar a Olmert e intentar asegurar que su nuevo partido, cuyas bases ideológicas no son claras, no desaparezca del mapa político israelí en las próximas elecciones.


Mahmud Abbas, por su parte, paso a ser presidente de "media" Autonomía. La expulsión de su grupo militar y político, Fatah, de la Franja Gaza y el control completo de Hamas en esta zona lo debilitó completamente amenazando su liderazgo en una forma sin precedentes dentro del movimiento nacional palestino. Fatah hoy en día prácticamente no existe en la Franja de Gaza, sus activistas y partidarios fueron expulsados o eliminados. Solo un logro concreto en Annapolis podría darle la posibilidad de comenzar a soñar con ser un líder político también en Gaza y unir nuevamente al pueblo palestino bajo un único sueño nacional.

Los problemas


Los mismos motivos que llevan a ambos líderes a buscar desesperadamente un acuerdo a fin de salvar sus posiciones son los principales obstáculos para obtener resultados positivos en esta Conferencia. El debilitado Premier israelí debe demostrar a su ciudadanía que los palestinos están verdaderamente comprometidos a realizar concesiones históricas: rescindir al derecho de retorno de los refugiados, luchar contra el terror, frenando los ataques con misiles y desmantelando la infraestructura fundamentalista que reina en los territorios. Con Hamas dominando Gaza Olmert necesitará mucho más que palabras para convencer a sus votantes.


Por el lado de Mahmud Abbas, el desafío no es menor. En caso de que renuncie al derecho de los refugiados a regresar a territorio israelí (la histórica "bandera" de la lucha del movimiento nacional palestino) deberá a cambio obtener garantías para su pueblo, deberá conseguir un compromiso israelí sobre los bordes del futuro Estado Palestino y la soberanía del mismo sobre parte de Jerusalén. Seguramente - al igual que como lo requirieran los palestinos en Oslo – los palestinos pedirán un programa con fechas y solicitarán otros cambios rápidos que justifiquen el acuerdo (como por ejemplo la liberación de prisioneros palestinos y el levantamiento de los puestos de control del Ejercito Israelí en los territorios ocupados).


Los países árabes temen que esta Conferencia se convierta solamente en un evento mediático que, al no dar resultados, perjudique al débil Presidente Mahmud Abbas y fortalezca consecuentemente a Hamas y a los sectores radicales islámicos de la región.

Las Consecuencias


Las consecuencias de un fracaso pueden ser graves y peligrosas. Siete otoños atrás el fracaso en Camp David generó una sangrienta intifada. Un nuevo fracaso generaría aún mas daño al consenso existente sobre el concepto de "dos estados para dos pueblos". Esto generaría el deseo israelí de fortalecer sus posiciones en los territorios ocupados y también el fortalecimiento del Hamas quien niega la existencia de la "Entidad Sionista".


Otra consecuencia negativa sería el duro golpe que le proporcionaría a Mahmud Abbas y como consecuencia a la línea secular dentro de la política palestina. El ya debilitado Fatah recibiría un nuevo knock-out que podría llevar al consolidar a Hamas también en Cisjordania.


El prestigio del gobierno americano, y su estatus de mediador también se verían seriamente dañados. Se pondría en duda la capacidad de los Estados Unidos de ser el mediador en este conflicto y los países árabes moderados intentarán tomar distancia del proceso palestino – israelí a fin de no ser dañados.


Como pudimos observar este proceso político es sumamente frágil y peligroso, pero, justamente el riesgo del mismo quizás sea un incentivo lo suficientemente importante para que ambos lados realicen los esfuerzos necesarios para que el mismo de resultados positivos, teniendo en cuenta que el prestigio personal del Premier israelí, el Presidente palestino y el gobierno americano están en juego.


Desde el punto de vista teórico ambos lados saben cuales son los pasos a seguir para solucionar el conflicto, al menos conceptualmente hablando. Pero tras 7 años de estancamiento del proceso de paz acompañados por una sangrienta lucha el precio a pagar por la paz puede ser aún más alto que en el pasado. La pregunta es: ¿Tienen Olmert y Abbas el poder político necesario para tomar estos pasos?

martes, noviembre 06, 2007

Doce años y el asesino sigue festejando

Publicado en Revista Nueva Sion
Edición Impresa Noviembre 2007
Web:
http://www.nuevasion.com.ar/nota.asp?IDNoticia=0005061

Luego de doce años del brutal asesinato del Primer Ministro Itzjak Rabin perpetrado por Yigal Amir, pareciera ser que los valores y principios que deberían guiar nuestro pequeño estado democrático se encuentran cada día más desvirtuados. Este 4 de noviembre fue un día para el olvido, o no.

El 4 de noviembre, fecha del asesinato, ha tomado connotaciones muy particulares y poco sanas para ciertos sectores de la sociedad israelí, una sociedad que en su totalidad debería condenar este ataque que fuera mucho más que un asesinato. Tristemente, doce años después aún debemos acentuar y recordar a estos grupos, no tan pequeños, que el asesinato de Rabin fue un ataque contra la democracia, la estabilidad política, los valores sionistas y no solo contra el ideal de un sector político.

Este 4 de noviembre ha sido muy especial, mientras muchos aún lloraron la pérdida de uno de los pocos líderes israelíes que tuvo el valor de hacer concesiones políticas y personales concretas a fin de intentar llevar al Estado de Israel a un futuro mejor por medio de la palabra y no de la guerra, otros festejaron, entre ellos el asesino, Yigal Amir, quien esta vez festejó con el consentimiento de la justicia.El 4 de noviembre del 2007 lamentablemente, y a pesar de todos los intentos que realicemos por olvidarlo, será también recordado como el día en que el asesino celebró la circuncisión de su hijo en la propia cárcel con el consentimiento de un sistema legal que demostró estar completamente automatizado, donde la decisión fue tomada por un juez tecnócrata que por medio de su fallo se burló de los sentimientos y principios morales de gran parte de la ciudadanía israelí.

Una justicia injusta

Esta resolución fue otra puñalada en el debilitado sistema de valores del país. Aquellos quienes justifican el "pacto con Dios" llevado a cabo en la prisión de Rimonim, alegan, "inocentemente", que la fecha de esta circuncisión fue tan solo una "ironía del destino". Toda sociedad que no desee subsistir y degenerarse moralmente, sino también desarrollarse y evolucionar democrática y éticamente debe -en un caso extremo como este- saber que el destino está sólo en sus manos, no en manos de "fuerzas superiores" ni de leyes secas interpretadas por tecnócratas; quienes interpretan las mismas deben tener la capacidad de saber cuándo una lectura errónea puede generar más daños que beneficios. Solo en un país donde a veces los hechos parecen no tener la más mínima lógica; quien asesinó a un primer ministro tiene el derecho y el honor de asistir a una alegría, como la circuncisión de su hijo primogénito, en el aniversario del día en el que cometió un crimen que cambió la historia. ¿No debería ser acaso cada 4 de noviembre el día más miserable en la vida del asesino Yigal Amir? ¿No tendría el Estado, la justicia y el sistema carcelario asegurarse de que así sea? Quizás algún día se le borre la sonrisa de su rostro, aunque lamentablemente sabemos que después del 4 de noviembre de 2007, su mente perversa tiene un motivo más para sonreír.

A veces la democracia puede ser muy cínica, y quienes tienen la suficiente habilidad para jugar según las reglas tecnócratas del juego democrático pueden lograr sus objetivos.

La democracia no puede defenderse por si misma. El hombre puede ser más hábil que el propio sistema democrático, y es por eso que este sistema debe ser defendido por los hombres: ciudadanos, políticos y jueces. Los valores por sí solos no pueden prevalecer sin ser interpretados y aplicados correctamente.

Un duelo político y no nacional

El 4 de noviembre se ha convertido en un día de duelo solo para los sectores de la izquierda del mapa político israelí. El sábado 3 de noviembre por la noche 150.000 personas concurrieron a la Plaza Itzjak Rabin en Tel Aviv a fin de recordar la vida y el legado del líder asesinado. Es notable observar la ausencia de los líderes del los partidos políticos democráticos de la derecha israelí en estos actos, ni siquiera el Premier Ehud Olmert estuvo presente en el mismo.

Lamentablemente, el recuerdo del asesinato del Primer Ministro de todos los ciudadanos de Israel, cada día, se convierte más en un recuerdo de la izquierda israelí. La derecha moderada, fuera de realizar algunas declaraciones obligatorias, brilla por su ausencia en el momento de fortalecer el recuerdo de este crimen y condenarlo, si bien Itzjak Rabin representaba un ideal político de izquierda fue asesinado mientras cumplía su cargo de Primer Ministro del Estado de Israel.

Homenaje "à la Betar"

Una de las "incubadoras" más fructíferas del racismo fanático de derecha israelí ha sido -durante las últimas décadas- la hinchada del Club Betar Jerusalem. El 4 de noviembre por la noche, en un aburrido partido de fútbol disputado entre este club y Macabi Haifa, mientras debió mantenerse un minuto de silencio en memoria a Itzjak Rabin, un grupo no pequeño de hinchas fanáticos, racistas y retrógrados se dieron el lujo de alabar al asesino Yigal Amir. La parcialidad de Betar, que cantó estas alabanzas, nunca se ha caracterizado por su amor al prójimo, tolerancia o alto grado de inteligencia.Aquellos hinchas que avergüenzan al Movimiento Revisionista fundador de esta institución y a históricos miembros del mismo como Zeev Jabotinsky y Menajem Begin entre otros, no entienden que alabar al asesino de un Primer Ministro es cruzar un límite muy peligroso que ninguna democracia se puede permitir.

El sistema legal israelí debería, ahora, preocuparse para que estas inescrupulosas bestias sociales no vuelvan a cometer en las canchas apologías de este delito que hiere a la democracia de Israel.

Sólo nos queda esperar que en el 13vo año la sociedad israelí sea más madura, que el duelo sea nacional, que la moral y la ética, y no tan solo la ley, sean quienes guíen las decisiones de nuestros jueces.
Inon Amir

A largo plazo, solo deseo dentro de 15 años ver a Inon Amir -hijo de Yigal- el 4 de noviembre del 2022 en la Plaza Rabin protestando y recordando a quien fuera uno de los grandes líderes del Estado. Así sabremos que nuestra sociedad ha madurado, y se ha convertido en una sociedad donde la ética, la comprensión, la moral y, fundamentalmente, la razón predominen sobre los mitos y fantasmas del fanatismo político y religioso que nos rodean y amenazan. Quizá, ese día, finalmente se borre la sonrisa del asesino.

miércoles, octubre 24, 2007

Yigal Amir: No es tan solo un asesino

Lamentablemente la memoria de la sociedad Israelí en ciertas ocasiones es demasiado corta y débil; en otras, los diferentes grupos políticos intentan aprovechar esta corta memoria para atenuar hechos e influenciar a este debilitado órgano generando daños irreversibles en la conciencia colectiva social. Esto es lo que está sucediendo en estos días vinculado al crimen de Itzjak Rabin y su asesino, Yigal Amir.


En las últimas semanas diferentes sectores políticos de la sociedad israelí han comenzado a hablar de la necesidad de liberar al asesino Yigal Amir, reducir su condena, permitirle salidas y vacaciones como a todo recluso que se encuentra en las cárceles israelíes.Los grupos de derecha utilizan la peligrosa estrategia de enmarcar estas preguntas dentro de la discusión sobre el real significado de la palabra "democracia". ¿Es Yigal Amir diferente a cualquier otro asesino? ¿Por qué debe recibir un trato más estricto? ¿Acaso no son todos los ciudadanos iguales ante la ley? ¿No es el Primer Ministro un ciudadano como cualquier otro? ¿El asesinato de cualquier otro ciudadano no es tan importante como el de Rabin? Estas son sólo algunas de las vergonzosas preguntas que podemos escuchar casi diariamente en las calles de Israel. Israel 2007, a tan solo 12 años del brutal asesinato de Itzjak Rabin.

Probablemente desde el punto de vista seco y estricto de la ley, el asesinato de Rabin como persona no difiere de cualquier otro crimen premeditado. Pero, en este caso, Amir no solo atentó contra la vida de Rabin, sino que ese crimen estuvo dirigido a la democracia.

No debemos olvidar que el objetivo de Yigal Amir fue lograr por la fuerza lo que sus correligionarios de la derecha política israelí no lograron realizar por medio de los órganos y sistemas legal que funcionan en un país que se enorgullece de ser "la única democracia de Medio Oriente". Yigal Amir intentó, por medio de tres disparos, cambiar el curso de la historia hiriendo gravemente nuestro sistema democrático, algo que lamentablemente en gran parte logró. El crimen de Yigal Amir fue perpetrado contra más de la mitad de la ciudadanía israelí que eligió a Itzjak Rabin y al proceso de paz, que eligió por el camino de la convivencia y no el de la guerra.

Yigal Amir asesinó mucho más que a una persona, asesinó un ideal y un futuro promisorio.Lamentablemente hoy, 12 años después del crimen, aún vemos los resultados de ese brutal crimen: una serie de gobiernos fracasados, intentos de acuerdos de paz frustrados, líderes sin rumbo y partidos políticos que funcionan dentro del sistema democrático israelí que tienen el tupé de "apiadarse" de este asesino, mientras a su vez mantienen una retórica racista que atenta constantemente contra las posibilidades de un futuro mejor.

La democracia es un sistema, un valor, un ideal. Los ideales no son siempre tangibles ni se compran en el supermercado. Las únicas ocasiones en las cuales podemos "palpar" la democracia son durante las elecciones. Un pueblo debe ser suficientemente maduro para poder valorar, conservar, cuidar y resguardar un bien no tangible como la democracia. Yigal Amir no solo asesinó a Itzjak Rabin, asesinó a la democracia israelí y este crimen no es comparable con ningún asesinato de una persona por más grave que el mismo sea. Yigal Amir perpetró un genocidio. Intentó asesinar el valor supremo de todo Estado, y por eso debe pagar de la forma más severa que la ley pueda dictarlo. Yigal Amir debe ser víctima de la misma democracia que intentó asesinar.

No nos dejemos engañar por falsas definiciones, debemos actuar en contra de aquellos grupos que abusan de los conceptos de democracia y derechos humanos a fin de liberar a Yigal Amir. No dejemos que sectores políticos fascistas se abusen de la débil memoria colectiva para atenuar lo que fue, quizá, la mayor catástrofe de la joven historia de la democracia israelí.

viernes, agosto 10, 2007

La guerra de los 40 años y el amargo sabor de la victoria

"La guerra vuelve estúpido al vencedor y rencoroso al vencido "
Friedrich Nietzsche

El 5 de Junio pasado recordamos el 40 aniversario de la Guerra de los Seis Días, una guerra sobre la cual sabemos que, según los libros de historia, ayudó a que Israel evitara su aniquilación. El Estado Judío salió a una guerra sin opciones que tuvo resultados problemáticos.

Mucho se ha escrito desde entonces sobre la aplastante victoria del joven Estado sobre los países árabes de la región, sobre el milagroso retorno del Pueblo Judío, o al menos un sector político del mismo, a los lugares "sagrados", la unificación de Jerusalém y la humillación de las potencias enemigas, pero aún no podemos escribir nada acerca del final de la misma.

Cuarenta años han pasado. En este caso, 40 años no es simplemente un dato estadístico. Israel ha sido un Estado independiente por casi 60 años. Estos 40 años reflejan que Israel ha pasado dos tercios de su existencia bajo la sombra de los resultados de la Guerra de los Seis Díis, cuyo séptimo día ya ha durado por 40 años.

Por cuatro décadas el Estado Judio ha vivido manteniendo un régimen militar estricto en territorios en disputa, gobernando una población de millones de árabes que no son ciudadanos y cuyos derechos y obligaciones no están muy claras. Dos tercios de su existencia Israel se ha dedicado a luchar en el ambito diplomatico, sin exito alguno, por el reconocimiento de soberanía sobre los territorios conquistados en esta guerra. Cuarenta años han estado invirtiendo dinero los gobiernos de derecha, centro e izquierda de Israel en fortalecer enclaves poblacionales en estos territorios bajo gobierno militar, provocando condenas internacionales, irritando a la población palestina y oponiéndose a la voluntad de una gran parte de la población israelí.

¿Problema demografico o politico?

El conflicto Israelí-Palestino siempre ha girado alrededor de dos ejes centrales: demografía y territorio. Para que Israel sea un Estado Judío la mayoría de la población árabe debe salir del mismo, este objetivo fue largamente logrado gracias a la Guerra de la Independencia (1948-1949), al finalizar esta guerra la cantidad de árabes en territorio israelí era de 200.000 habitantes, mientras que hoy, tan solo cuarenta años después esta cifra ha crecido al menos diez veces.

Lamentablemente Israel le ha dado más importancia a sus territorios que a la paz, mientras que los diferentes gobiernos han declarado constantemente que los "territorios administrados" pueden ser negociados los hechos muestran una realidad diferente, 450.000 colonos apoyados por los gobiernos de izquierda y derecha viven en 125 asentamientos en medio de casi 2 millones de árabes. Una realidad que hoy en día es difícil de cambiar. Estos asentamientos anularon la separación de poblaciones resultante de la guerra de 1948.

En 1967, antes de esta guerra, el Estado Judío quizás era militarmente menos seguro que tras la guerra, pero, demográficamente era mucho más seguro: 85 % de la población que vivía dentro de sus límites era judía. La victoria de 1967 cambió por completo esta realidad: Israel pasó a ser un estado militarmente invencible pero demográficamente débil, muchos de los refugiados árabes de 1948 volvieron a estar bajo dominio israelí reviviendo viejos fantasmas. Muchos líderes políticos vieron este problema, pocos tuvieron la valentía de pedir que estos territorios sean devueltos a cambio de paz o que por la fuerza se adoptara la resolución de la ONU de 1948 que ordenaba la creación de un Estado Palestino, la tentación de ser una potencia territorial opacó el resplandor de la paz.

Todo el territorio entre el Mar Mediterráneo y el Rió Jordán es hoy en día casi una sola área política, controlada por Israel. En este territorio viven 10.000.000 de personas, tan solo 60% de ellas son judíos. Dado a que la tasa de natalidad palestina es varias veces más alta que la judía esta realidad – una mayoría judía en este territorio- será inexistente en el año 2015, tan solo dentro de menos de una década. Esto es lo que en Israel se denomina como "problema demográfico", pero, este problema es netamente político. Si Israel desea mantener los territorios seguirá teniendo a los palestinos dentro de sus límites –irreconocidos internacionalmente-. Si Israel desea continuar siendo un estado democrático deberá otorgarles a estos palestinos derechos civiles, poniendo serio riesgos las características judías del Estado.

En el Acta de la Declaración de la de la Independencia de los Estados Unidos Thomas Jefferson escribió que cada nación debe comportarse con "decencia y respeto a la opinión de la humanidad", no es solo una cuestión ética sino también una cuestión práctica y de sentido común. Si Israel desea continuar siendo un Estado Judío manteniendo estos territorios las características democráticas del mismo se verán seriamente comprometidas. La solución – por dolorosa que parezca para algunos sectores – está bastante clara, Israel tiene aspiraciones diferentes a las de Sudán o el Congo.

Jugando al "telefono roto"

Moshé Dayan declaró en 1967, tras la victoria: "estamos esperando una llamada de teléfono de los árabes". Las llamadas tardaron en llegar, algunos líderes parecen haber perdido el número y muchas veces en Jerusalém – aún en la era de los celulares - nadie tiene el valor de contestar.

El primer llamado dio frutos en 1979 cuando Israel se retiró de la Península del Sinai y se firmó el acuerdo de paz con Egipto y casi dos décadas más tarde se llegó a un acuerdo con Jordania pero con un límite lejano al de 1967, un límite que no pone solución al conflicto.

Si bien ha habido acuerdos de paz y concesiones territoriales con Egipto y Jordania nada ha cambiado en el frente palestino, siendo este el principal problema de Israel.

El reconocimiento de la OLP por parte de Israel y los acuerdos de Oslo han sido un punto histórico importante, pero, lamentablemente Itzjak Rabin y Arafat no pudieron convertir este acuerdo en una verdadera paz. Oslo dejó abierto muchos temas que nunca pudieron ser resueltos.

Si bien esta guerra probablemente posibilitó los acuerdos de paz nombrados anteriormente, hoy en día cuando la recordamos vemos a la ocupación de Cisjordania y los problemas políticos, éticos y morales que la misma representa para el Estado de Israel y todo el Pueblo Judío como el principal y doloroso legado de la misma.

Cuarenta años después de esos seis días muy poco hay en común entre el Israel actual y el Estado ideado por sus fundadores: un modelo de justicia social, igualdad y paz. Los padres de la patria judía soñaron con un estado moderno, intelectual, secular, progresivo, liberal y con una sociedad que se beneficie en su totalidad de los avances económicos. La realidad es bastante diferente. La guerra de los seis días y la expansión territorial no pueden ser culpadas por todos los problemas del país, pero, una dramática deteriorización moral comenzó a raíz de la misma, las divisiones sociales generadas por mantener unidos estos territorios se van incrementando día a día.
Cuarenta años después la búsqueda israelí por la paz y su supervivencia aún depende de las armas, la paz aún es un sueño para muchos y un peligro para otros.

Cuarenta años después hay una generación de palestinos que solamente conocen ocupación y una generación de israelíes que solamente conoce fuerza y represión. Como lo dijera el filósofo israelí Yeshayahu Leibowitz "Justicia y ocupación no son compatibles", ambas sociedades se han traumado y brutalizado.

El Talmud enseña que 40 años es la edad de la comprensión. Veinte es la edad de reacciones impulsivas y 30 la del poder y fuerza. A los 50 según el Talmud debemos estar impartiendo y aceptando sabiduría. Los 40 son un punto de inflexión, debemos dejar de lado los impulsos, la irracionalidad, la fuerza y las ansias de poder y comenzar a usar la inteligencia y sabiduría para resolver nuestros problemas. Esperemos que cuando recordemos los 50 años de esta guerra la realidad nos demuestre que nuestro pueblo creció y supo elegir los líderes correctos, líderes que utilicen la sabiduría y no la fuerza. Quizás algún día llegue el verdadero séptimo día, el día en que descansemos.

sábado, junio 30, 2007

Los Seis dias de 1967 que cambiaron Medio Oriente

Los meses previos a Junio de 1967 las relaciones entre Israel y sus vecinos eran muy tensas. Tras los constantes enfrentamientos en la frontera con Siria, en una demostración de apoyo a Siria por parte de Egipto Nasser envió tropas al Sinai y, finalmente el 22 de Mayo el presidente egipcio decidió cerrar el paso de Tirán, incomunicando el puerto de Eilat del Mar Rojo. El Premier israelí Levi Eshkol decidiría luego, el 5 de Junio lanzar los primeros ataques devastadores con los que comenzaría la Guerra de los Seis Días. A continuación analizaremos como esta guerra cambió la realidad de Oriente Medio, las relaciones con las superpotencias y el conflicto árabe-israelí.

El nuevo mapa
Seis días fueron suficientes para cambiar por completo el mapa geográfico de Medio Oriente. El 7 de Junio de 1967 Israel ya había conquistado Cisjordania y Jerusalén Oriental, incluyendo la ciudad vieja y los lugares más sagrados del judaísmo, el cristianismo y el Islam. Hacia el cuarto día de la guerra, el 8 de junio, las tropas israelíes llegaban al Canal de Suez, dos días más tarde conquistaban el Golán y se declaraba un alto el fuego entre Israel y Siria. En seis días, Israel triplicó su territorio reescribiendo el mapa de Oriente Medio.


Cambio de potencias
En 1956 Inglaterra y Francia se comportaron como si aún fueran los imperios que dominaban Medio Oriente al aliarse con Israel para atacar a Egipto. Debemos recordar que fueron los Estados Unidos quienes presionaron a este bloque de aliados a retirarse de los territorios ocupados en la Campaña del Sinai. La Guerra de los Seis Días marcó un cambio de roles. En 1967 Washington reemplazó a los dos imperios nombrados anteriormente y se alió firmemente al Estado Judío. Este seria el comienzo de una fuerte alianza estratégica que persiste hasta nuestros días.


La velocidad y magnitud del triunfo israelí cambió el estatus del Estado Judío ante los ojos americanos. El conflicto árabe-israelí tomaría nuevas dimensiones para el Tío Sam: Israel comenzó a ser visto como un interés estratégico internacional y no solo debía ser apoyado a fin de satisfacer el lobby judío en el congreso americano. Israel era ahora una nueva arma americana para ser usada en el marco de la Guerra Fría contra la ex Unión Soviética.


Israel a partir de este momento era el nuevo agente de los Estados Unidos en la región, un agente opositor al problemático nacionalismo árabe. Un nacionalismo árabe que recibía apoyo económico soviético por un lado y que a su vez también amenazaba al tradicional y conservador orden político árabe, quién dominaba el petróleo y los territorios estratégicos considerados vitales para el orden mundial americano y sus intereses nacionales. Israel ahora había derrotado a este nacionalismo árabe, el expansionismo soviético en la zona era frenado y los estados árabes pro-occidentales ya no eran amenazados. Las sucesivas administraciones americanas se ocuparon de fortalecer los nexos con los líderes judíos, los acuerdos comerciales y militares entre ambos países comenzaron a ser cada vez mayores y hoy en día Israel se ubica entre los principales e indiscutibles aliados de la potencia del Norte. Incentivado por las organizaciones judías locales, Washington aplicó una política de solidaridad diplomática total con Israel.


El Mundo árabe e Israel
La Guerra de los Seis Días y la posterior victoria en la Guerra de Yom Kippur han generado un lento cambio en la forma en la que los países árabes tratan al Estado Judío. Si bien aún la mayoría de los países árabes no ven a Israel como un estado legítimo, el cambio de mentalidad lentamente se está produciendo y podemos observar sus consecuencias constantemente. El cambio más significativo reside en el hecho de que la mayoría de los países árabes (a excepción de Irán básicamente) hoy en día ya aceptan que Israel está en el mapa y no desaparecerá del mismo. Este cambio de mentalidad ha llevado a la firma de los acuerdos de paz con Egipto en 1979 y Jordania en 1994, así como también el reconocimiento al derecho de existencia del Estado Judío por parte de la Organización para la Liberación de Palestina en 1993.


Hoy en día podemos incluso observar las declaraciones de un país sumamente hostil como Siria quien también habla de reconocimiento del Estado Judío a cambio de un acuerdo de paz que incluya concesiones territoriales, territorios conquistados en 1967, pero aún más destacable es el interés de la Liga Árabe – compuesta por 22 países-, quién siempre negara a reconocer al Estado de Israel, a aceptar al Estado Judío y establecer relaciones diplomáticas a cambio de un acuerdo que implique la devolución de los territorios conquistados en esta guerra.
El frente unido árabe anti-israelí que existía antes de 1967, y la determinación árabe por de destruir al Estado Judío ha ido desapareciendo gradualmente. Las razones de este cambio no son difíciles de distinguir. La Guerra de los Seis Días marco un golpe muy duro en la confianza militar árabe. En las capitales árabes el apoyo americano al estado judío y la supremacía militar del mismo disertaron las esperanzas de destruir al joven estado. La destrucción de Israel dejó de ser vista como un objetivo posible de alcanzar, siendo la convivencia la única opción viable.


Los palestinos
La victoria israelí marcó un punto de inflexión en este conflicto. Para los palestinos, 1967 fue una continuación de los que habría comenzado en tiempos del imperio otomano, antes de que fuera una nación de acuerdo a las definiciones modernas. Medio siglo antes del Holocausto el movimiento sionista ya solicitaba resolver el problema judío por medio usando la solución de "Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra". La creación del Estado de Israel, en 1948, fue la primer Nakba (catástrofe) para los palestinos, mientras que el resultado de la guerra de los seis días fue la siguiente derrota devastadora.


A partir de 1967, el objetivo principal, y uno de los puntos más críticos hasta ese entonces de este conflicto, dejó de ser la repatriación de los refugiados que salieron de Israel en 1948. El nuevo objetivo comenzó a ser la "liberación" de los territorios conquistados por Israel durante esos seis días de Junio.


Hoy en día, a 40 años de la impresionante victoria militar israelí el mapa de oriente medio aun no está trazado. Una nueva generación de líderes gobierna los países que lucharon en 1967, pero ni un solo día ha pasado sin que el legado de esta guerra esté presente en las problemáticas relaciones de los países de la región. Cuarenta años después está cada día más claro que los cambios que produjo esta guerra aún no han terminado, las potencias aún se disputan la región, los líderes aún se disputan los territorios y los ejércitos las víctimas; pero aún la guerra por la paz nadie la ha ganado.

sábado, mayo 26, 2007

Fundamentalismo islámico e Israel

El Fundamentalismo Islámico, este fenómeno que nos parece tan moderno, tiene sus raíces bien afianzadas en la historia de la humanidad, ¿Será este el nuevo desafío de las democracias? ¿A qué se debe este fenómeno?.


Desde los años 1970s el mundo ha sido testigo de la expansión global de la conciencia musulmana. La revolución iraní en 1979, el asesinato del presidente egipcio Answer Sadat llevado a cabo por radicales musulmanes en 1981, el surgimiento de Hizbollá en el sur del Líbano a principios de los 80s, la aparición del Hamas en los territorios ocupados a finales de la misma década, el crecimiento del movimiento islámico en Israel, la “Fatwa” contra Salman Rushdie, la elección de partidarios de la Hermandad Musulmana como miembros del parlamento Jordano en 1989, la rotunda victoria de los radicales musulmanes dirigidos por Madani en las elecciones algerinas de 1990, la inestabilidad en Irak y la popularidad de Al Qaeda son solo algunos de los ejemplos del comienzo y evolución de este fenómeno.


¿Qué es el fundamentalismo Islámico?

Las raíces violentas del Islam surgieron en el siglo XVIII como lo que fuera la oposición al decadente Imperio Otomano, llegando a su punto más violento en el siglo XX. En las últimas dos décadas el fundamentalismo islámico.


El fundamentalismo es generalmente considerado como algo que relacionado a los sistemas modernos de la fe, en occidente se lo relaciona principalmente con la religión y posee connotaciones negativas.


La primera reacción de occidente ante estos preocupantes fenómenos se vio reflejada por medio del intento de catalogar todo despertar o indicio de conciencia islámica bajo el problemático concepto de “fundamentalismo”, pero, debemos diferenciar – al menos con fines académicos – entre aquellos sectores islámicos que intentan volver a las fuentes islámicas tradicionales existentes en algunos países y los grupos radicales islámicos revolucionarios de diferentes partes del mundo que desean por medio de sus militantes devolver a la sociedad las viejas normas prístinas del Islam. El factor común entre ambas corrientes de “renovación” islámica es el reconocimiento de una crisis entre los creyentes y el mundo que los rodea. Según los sectores radicales que proponen las reformas en estas sociedades el modernismo ha producido alienación y frustración, quebró los antiguos y tradicionales lazos familiares sin substituirlos con alternativas factibles llevando a las personas a buscar nuevas entidades e identidades grupales en las cuales refugiarse del mundo hostil con el cual ya no se identifica más, un mundo cuya diversidad y complejísimo los desorienta.


Factores desencadenantes


Las reformas liberales que se produjeron dentro de algunos regimenes autoritarios musulmanes bajo los cuales generaciones de personas han crecido han dado una sensación de inseguridad en la cual lo sectores extremistas florecieron. Dadas las problemáticas condiciones sociales, económicas y políticas de estas sociedades estos grupos radicales pueden demostrar fácilmente que las mismas están plagadas de corrupción, negligencia y despotismo siendo imposible curarlas.


Los dramáticos cambios y acontecimientos que se produjeron en los últimos 30 años nombrados anteriormente nos llevan a reflexionar sobre el potencial del Islam como fuerza política en el mundo moderno. La nueva ola islámica ya no está limitada a los shiitas como en sus comienzos, hoy en día podemos observar erupciones radicales en diferentes partes del planeta. La búsqueda de una conciencia religiosa domina ya a muchos países islámicos y el llamado al pan-islamismo es constantemente realizado. Debemos tener en cuenta que las doctrinas fundamentalistas dentro del Islam no son compartidas por la mayoría de los musulmanes ni representan el rico pasado cultural de esta civilización, pero hoy en día si representa un sector radical dentro del Islam que lamentablemente no puede ser ignorado.


El uso de la religión para llevar a cabo represiones extremas e incluso terror no esta limitado al Islam, el Cristianismo es quién hasta hoy en día, históricamente hablando, cuenta con los peores antecedentes. Desde las Cruzadas hasta la Inquisición y las sangrientas guerras religiosas en los siglos XVI y XVII, Europa ha sido testigo de más muertes por motivos religiosos que todo el mundo musulmán.


El fundamentalismo ha logrado conquistar a millones de adherentes durante siglos por una buena razón: eleva y reconforta, brinda sentido de existencia y da dirección aquellos seres perdidos en este mundo desorientador. El ciego uso de los textos sagrados como una verdad literal y la indoctrinación para seguir las ordenes divinas ante todo, la subyugación de la razón y conciencia frente a los dogmas pueden ser combinaciones trágicas que lleven a los hombres a realizar acciones extremas. Este comportamiento tiene su lógica, una lógica peligrosa: si una persona cree que existe vida eterna en el más allá y que castigos terribles les esperan a quienes desobedecen las leyes de Dios es de suponer que quien cree en estos principios hará todo lo posible para cumplir con sus ordenes e incluso convencer a sus prójimos de hacer lo mismo. La lógica es implacable, el pecado de los otros genera más pecados, pecados que pueden también perjudicar a los creyentes. La única solución para estas personas es crear un mundo libre de pecadores, donde quienes pecan sean castigados y purgados continuamente, utilizando incluso la fuerza de ser necesario.


La obligación por cumplir este deber se encuentra en mano de los creyentes y puede llegar a requerir el uso de torturas persecuciones y asesinatos de los pecadores, mientras que los fundamentalistas creen estar actuando de acuerdo a la voluntad de Dios. Esta es la ideología fundamentalista religiosa que hemos podido observar por ejemplo en los Talibanes y en otros sectores radicales del mundo musulmán.


Debemos considerar también que existen replicas seculares del fundamentalismo religioso, no es necesario que nos alejemos mucho históricamente hablando para que nos demos que la Alemania Nazi o el Comunismo de la ex Unión Soviética también han sido fundamentalismos donde la política fue el objetivo final. Según las leyes de Lenin y Stalin la conciencia revolucionara se vio siempre amenazada por aquellas personas cuya fe en la revolución era débil (generalmente la burguesía, los intelectuales y los Kulaks) quienes debían ser purgados o eliminados. Hoy en día quizás nos resulte difícil comprenderlo, pero estos regimenes políticos también creyeron que estaban creando un nuevo camino para la humanidad, un lugar donde todas las dudas que trae la libertad puedan ser disipadas por medio de pureza racial o identidad política. Por lo tanto la destrucción de todos los disidentes – entre ellos los judíos – llevada a cabo por medio de fuego tal como lo hicieran los inquisidores en el pasado también fue un acto de purificación, simplemente en una escala diferente, eficiencia y divinidad.


El exterminio de esos fundamentalismos laicos y religiosos que vimos en el pasado fue un proceso requirió un arduo y largo esfuerzo. Es de suponer que el conflicto y la lucha frente al fundamentalismo islámico también han de durar.


Solo Irán y Afganistán han hasta ahora experimentado el horror del fundamentalismo revolucionario. Las lecciones que Europa ya ha aprendido a través de su sangrienta historia aún deben ser absorbidas por el mundo musulmán.


El modelo Iraní y la islamización del conflicto árabe-israelí


La Islamización del conflicto árabe-israelí ha sido contribución importante al crecimiento del Islam en Oriente Medio y el mundo entero. Podemos entender por “islamización” la incorporación masiva de símbolos, ideas y valores islámicos a una situación de por si ya difícil, esta islamización ha ido creciendo constantemente durante los últimos 25 años.


El proceso de islamización le agrega otra naturalidad al conflicto. Generalmente cuando observamos conflictos entre otros países a través de la historia los mismos son territoriales, políticos o compuestos por factores problemáticos que pueden ser medidos, básicamente “cuantitativos”, factores que pueden ser negociados, las partes pueden comprometerse, ceder y solucionar. Al agregar el factor islámico al conflicto una nueva característica, muy problemática, es incluida en el mismo. La islamización agrega factores “cualitativos”, aspectos ideológicos llevan a que el conflicto sea más difícil de solucionar, especialmente cuando la ideología deriva de un credo, algo que de por si no es negociable. Por ejemplo: si a fin de determinar en manos de quién quedará un territorio determinado nos remitimos a un pasaje del Corán o de la Torá no existe posibilidad alguna que algún líder político pueda reformar el pasaje en cuestión a fin de llegar a un acuerdo, por lo tanto la decisión se centraliza en si se debe o no citar dicho pasaje. En caso de que factores religiosos tengan preponderancia en las sociedades que forman parte del conflicto, esta importancia religiosa se verá reflejada al momento de negociar dificultando aún más la solución de las diferencias.


El éxito del fundamentalismo islámico en la Revolución Iraní ha sido determinante en el conflicto palestino-israelí, convirtiéndose en un modelo al cual amplios sectores de la sociedad Palestina desean imitar e implementar en “Palestina”. La primera consecuencia de estas aspiraciones implica la inyección de más elementos islámicos fundamentalistas en el conflicto.


En los territorios palestinos Khomeini es visto como un héroe. Paradójicamente Khomeini no era ni siquiera árabe, es más, era shiita mientras que los palestinos son sunitas, pero esto no impidió que se convirtiera en un símbolo de la oposición a occidente y el imperialismo, siendo el líder que terminó con 300 años de dominio de políticas occidentales sobre los musulmanes, enfrentando a occidente y triunfando, aspiraciones similares a las de los palestinos frente al enemigo sionista.


Para el Islam la tolerancia religiosa siempre estuvo basada en el poder del propio Islam. Fue tolerante mientras controlaba el territorio y determinaba las leyes. Tras la perdida de territorios esta tolerancia se ha ido evaporando. La creación del Estado de Israel, un país infiel en zona de tierras musulmanas, es para muchos el símbolo del deterioro y la eclipsación del Islam en el mundo moderno. Mientras que el colonialismo es tomado en algunas culturas como opresión política, es para los fundamentalistas Islámicos mucho mas grave, debe ser blasfemado y combatido.


Los ataques suicidas y otras formas de terrorismo que comenzaran hace 20 años en Líbano, Sri Lanka y continuaran en Israel, Arabia Saudita, Egipto, Irak y otros lugares de occidente son una expresión directa del auge del fundamentalismo – una formula política para imponer el autoritarismo en forma religiosa. El fundamentalismo es una corriente de pensamiento y acción aún más peligrosa que el terrorismo que amenaza a los estados, a los gobiernos, y a la democracia. El fundamentalismo desafía principalmente a la democracia, desafiando los principios elementales de la misma, como el voto y el gobierno de la mayoría, llevando a los regimenes políticos a convertirse en tiranías de las mayorías.


La democracia es una forma de anti-fundamentalismo, su sabiduría y apertura a nuevos desafíos ofrece resistencia a las pseudo verdades monolíticas. En tiempos de rápidos cambios, donde las diferencias sociales se acentúan y la autoridad de los gobiernos se ve desafiada la ampliación y el fortalecimiento de la democracia debería ser la mejor arma para luchar contra este peligroso fenómeno.

domingo, febrero 25, 2007

La corrupción del poder y el poder de la corrupción

Chantajes, acosos sexuales, violencia, mentiras, violaciones, malversaciones de fondos, favores políticos, ventas fraudulentas. Estos son solo algunos de los ejemplos que nos dan los políticos israelíes en los últimos años. ¿Donde quedaron la ética y la moral?, ¿Están nuestros políticos en el gobierno para hacer un bien a la sociedad o solo para demostrarnos cuan corrupto es el Estado Judío en nuestros días? Lamentablemente cada vez son menos los gobernantes que se encuentran “limpios” de sospechas. La corrupción se encuentra ya afianzada en casi todas las esferas del poder israelí: Presidente, Primer Ministro, Ministros, Parlamentarios, embajadores, Alcaldes, policías y simples empleados públicos. Casi todos los partidos políticos ya tienen su oveja negra y algunos más bien sus rebaños. El sistema político y público israelí lamentablemente se asimila cada vez más a aquellos tan criticados del tercer mundo.

Podemos definir la corrupción política como el uso o desuso del poder público o gubernamental para promover ilegítimamente beneficios privados. Un gran sector de los dirigentes israelíes se ha desarrollado durante los últimos siendo años sistemáticamente corruptos. Los escándalos, la histeria, injusticia, cinismo y superficialidad se han convertido en el moto de vida de muchos de nuestros políticos quienes han sido electos para cuidar los intereses públicos.

Una investigación del “Movimiento para un Gobierno de Calidad” llevada a cabo en Octubre del año pasado refleja que mas de un 15 % de los 120 miembros de la Knesset se encuentran investigados por acusaciones de corrupción. Desde esa fecha la cantidad de miembros ha ido creciendo casi semanalmente. Ehud Olmert, Tzaji Hanegi, Moshe Katzav, Omri Sharón, Haim Ramón y el nuevo miembro del club Abraham Hirchson son solo los más destacados nombres de la larga lista de políticos corruptos que están decidiendo diariamente, y no de una forma muy exitosa, el futuro del Estado de Israel.


Corrupción y el sector privado

El sistema político israelí está actualmente caracterizado por una corrupción sistemática e institucionalizada. Largas sumas de dinero son transferidas, abiertamente y en secreto, entre los partidos para formar y mantener coaliciones políticas, parte de estas sumas van a los partidos religiosos, parte simplemente a los bolsillos de los funcionarios. Grandes montos de dinero son destinados a diferentes asuntos de alto interés partidario mientras que el país tiene más pobres, desocupados y los inválidos y enfermos crónicos no pueden pagar sus medicamentos. Las últimas campañas electorales han estado todas opacadas por corrupción. Candidatos que reciben sumas de grupos nacionales y extranjeros a fin de obtener algo a cambio. Los impuestos no son los mismos para todos; aquellos ciudadanos que pagan sus impuestos deben cargar con el gran sector llamado “Haredim” (judíos ortodoxos) que en su gran mayoría no trabajan, no sirven en el ejercito ni pagan al estado lo que deberían, ¿no es esto una forma de corrupción institucionalizada acaso?

Estos factores llevan a que la diferencia entre los ricos y pobres en Israel sea enorme comparándola con la existente en países occidentales, lo que lamentablemente ubicaría Israel entre los países del tercer mundo


Los Peligros de la Corrupción

La corrupción es una de las situaciones más peligrosas para todo sistema democrático ya que se infiltra en la política y la economía del país. Los resultados a largo plazo son prolongados y drásticos: menos inversiones extranjeras, menor productividad, baja del PBI, inestabilidad política y división social. La corrupción está caracterizada por el síndrome del “huevo y la gallina”: la inestabilidad política genera deterioro económico y este deterioro trae consigo mayor inestabilidad política generando un círculo vicioso, por lo tanto a fin de resolver definitivamente el problema de la corrupción se deben controlar tanto las estructuras políticas como las económicas.

La corrupción es así mismo compleja dado que muchas veces es difícil determinar cual de los dos factores, el político o el económico, es la raíz de la misma. Cada país tiene sus propias características y no existen recetas universales para luchar contra la corrupción. En el caso de Israel la paradoja entre política y dinero es muy interesante. El país ha sido capaz de mantener la economía estable durante los últimos 4 años mientras que la popularidad de los gobiernos baja día a día. Durante las dos últimas décadas Israel ha crecido a un punto en el cual la economía del país puede subsistir a pesar de tener un sistema político completamente inefectivo. El sector privado continúa obteniendo logros económicos mientras el sector público se hunde en un mar de incompetencia generalizada.

Esta paradoja no puede ser eterna, en algún momento los fracasos políticos opacarán los logros económicos. Si el sistema político y el sector público continúan debilitándose esto ejercerá una influencia negativa en el sector privado. En resumen es necesario luchar contra la corrupción lo antes posible ya que cuanto más se espera el daño será mayor.


Datos preocupantes

De acuerdo al informe de Transparency International Israel ha descendido desde el año 2001 del lugar 16 al lugar 34 en la lista de países menos corruptos. En gran parte los escándalos han llevado a que en las últimas elecciones solo el 63% de la población eligiera a sus líderes, una cifra preocupante para un país como Israel, 66% de la misma cree que el gobierno actual no hace lo suficiente para combatir la corrupción, 16% creen que el gobierno la promueve y 86% cree que la corrupción ejerce una gran influencia sobre la política israelí. ¿Puede un país que aún no ha resuelto problemas existenciales darse el lujo de que sus corruptos líderes decidan el futuro del mismo?

Las encuestas demuestran que el gobierno actual es el menos popular en la historia del joven país. La sociedad no confía en sus líderes. Israel es un país en el cual históricamente cada hombre, cada mujer e incluso cada niño han tenido una amplia conciencia política, en los últimos años vemos a muchos ciudadanos distanciados y desinteresados en la realidad política, esta falta de interés da carte blanche a la corrupción.


Debemos tener en cuenta que a pesar de todo la democracia israelí es un fenómeno único y muy interesante, la mayoría de los ciudadanos de este país provienen de tierras donde el concepto de democracia era prácticamente desconocido: la Rusia zarista y luego comunista, la Polonia de Pilsudsky y sus herederos, los gobiernos árabes e islámicos en Maruecos, Irak, Irán Siria, Egipto y aquellos que nacieron bajo el Comisionado británico en Palestina. El establecimiento de un sistema democrático en Israel es un gran logro que debemos adjudicar a los primeros líderes Israelíes, aquellos líderes que no compraban propiedades gracias a favores políticos, que no robaban de las arcas del estado, que no acosaban sexualmente a sus secretarias, que no se peleaban en discotecas, que no vendían sus acciones en épocas de guerra y que no mentían descaradamente en la televisión. Llegó el momento de que la ciudadanía se de cuenta de que el poder está en manos del pueblo, ese es el secreto y el valor de toda democracia, llego el momento en el cual el pueblo debe exigir respuestas a sus líderes, exigir renuncias y encarcelamientos, exigir que los políticos sean el ejemplo de la sociedad y no la vergüenza de la misma. Llego el momento de devolverle esta perdida vergüenza a los dirigentes israelíes, llego el momento de que tomen responsabilidad por sus actos y vayan a la cárcel. Los ciudadanos del Estado de Israel deben ser quienes exijan que la limpieza de pesaj de este año comience por la Knesset.

miércoles, enero 10, 2007

Siria: ¿Negociar o no negociar?


La rotunda negativa de Ehud Olmert a verificar la posibilidad de entablar negociaciones de paz con Siria es otro de los errores estratégicos que comete el improvisado premier a fin de fortalecer su populismo a costa de lo que deberían ser los verdaderos intereses del Estado.

Lamentablemente, la mayoría de la ciudadanía israelí se opone a un acuerdo de paz con Siria a cambio de las tierras ocupadas en el Golán (67% se oponen y solo un 16% está a favor según una encuesta llevada a cabo un mes atrás por el periódico israelí ‘Haaretz’) a pesar de que un 51% cree que una guerra con Siria es solo cuestión de tiempo.Desafortunadamente, los líderes políticos muchas veces cometen el error de intentar cuidar demasiado sus puestos y tienden a gobernar de a cuerdo a lo que las encuestas reflejan como “la voluntad del pueblo”.Ppor ejemplo: la opinión pública se oponía rotundamente, a principios de los ´70, a un acuerdo de paz con Egipto a cambio del Sinaí; solo tras la cruenta Guerra de Yom Kipur -donde 3.000 soldados murieron y la capacidad de amenaza del Estado se vio seriamente afectada- Israel aceptó devolver cada centímetro de tierra egipcia y desmantelar todos los asentamientos que el espíritu expansionista israelí había construido.
¿Necesita Israel una guerra con Siria -la cual pareciera estar mas cerca que nunca- para luego llegar a la paz? Durante la primera semana de la segunda guerra de El Líbano -según las encuestas- un 80% de la población apoyaba la ridícula y desproporcionada ofensiva encabezada por los inexpertos líderes políticos israelíes; este 80% fue el que dio la posibilidad e inspiración a los líderes israelíes de realizar desafiantes e inmaduras declaraciones como la brillante del ministro de Defensa: “Nassrallah no se va a olvidar quién es Amir Peretz”, las cuales el mismo ministro desearía olvidar. Aparentemente el pueblo no aprende de las lecciones del pasado, ¿solo un duro golpe en la cabeza la puede abrir a nuevas opciones?
Antecedentes
Olmert no sería el primero en entablar, o al menos intentar, conversaciones con Siria. No olvidemos que desde Itzjak Shamir todos los primeros ministros israelíes intentaron conversar con Siria. Todos, incluyendo al mismísimo Ariel Sharón.Shamir puso en manos de Uri Saguí -ex jefe de Seguridad Interna- el caso Sirio; Rabin depositó su confianza en Warren Christofer, a quien llegó a asegurarle la retirada del Golán a cambio de Paz; tras el asesinato de Rabin los representantes de Shimon Peres se reunieron con los Sirios en Wadi Falteinshan; Netaniahu y Barak también realizaron intentos y, por último, Ariel Sharón envió sus representantes a una reunión secreta en Suiza en el 2004, con lo que hoy conocemos como “el dossier suizo”. Todos los nombrados anteriormente comprendían perfectamente cuál era el precio de un acuerdo con Siria que, al parecer, estaban dispuestos a pagarlo.
El ‘filósofo’ de Texas
Si bien el presidente Bush se opone rotundamente a las negociaciones israelíes con Siria, hay que tener en cuenta que por más que Estados Unidos sea el principal aliado, Israel no puede guiarse ciegamente por lo que dice su presidente, cuya capacidad para resolver conflictos internacionales se encuentra en tela de juicio. Hay otras voces en los Estados Unidos que sí están a favor de las negociaciones como la “Comisión Baker-Hamilton”. Quizá Olmert deba escuchar otras opiniones y no solo santificar la palabra y voluntad del ‘filósofo’ de Texas.
Los intereses de la paz
Israel debe intentar llegar a un acuerdo final con Siria, y quizás éste sea el momento para hacerlo, Siria se encuentra en una posición débil dentro de la comunidad internacional, cualquier persona que haya negociado algo en su vida sabe que no existe mejor momento para negociar que cuando la otra parte es débil. Es importante prestar atención a las recomendaciones de la Comisión Baker-Hamilton que critican el apoyo sirio a Hezbollah y Hamas, y ractifica que ningún gobierno americano abandonará a Israel. Esta comisión determina que Damasco debe cumplir con lo que estipula la resolución 1701 de la ONU -dejar de pasar armamento de Irán a El Líbano-, Siria debe presionar a Hezbollah y Hamas para liberar a los soldados israelíes secuestrados y convencer a ambas organizaciones para que reconozcan a Israel. ¿Por que se niega Olmert a aceptar entrar en negociaciones bajo estas condiciones?Israel debe cuidar sus propios intereses, la paz con Siria puede ser un primer paso hacia un futuro acuerdo con Irán, un Irán cada día más peligroso, y este paso debe ser un objetivo estratégico que ningún Premier israelí puede ignorar.Las negociaciones con Siria no son solamente recomendables sino necesarias. Siria no es un país fundamentalista como Irán o como Hezbollah y Hamas, y es el deber de Israel evitar llevar a Siria a esta posición.Quizá, las intenciones de Assad no sean sinceras, pero la única forma de comprobarlo, y en el peor de los casos desenmascararlo, es aceptando iniciar contactos.
El pueblo, a veces, se equivoca
Nuestros líderes deben darse cuenta que no siempre el pueblo tiene razón, la voluntad del pueblo en épocas de crisis está claramente influenciada por los sentimientos, el temor, y los deseos de revancha. Y estos factores no son los que deben tenerse en cuenta para gobernar un país.La política no es un reality show. Olmert debe darse cuenta que Bush es un aliado y un amigo, pero no se puede hacer de la dependencia israelí, de los Estados Unidos, una ideología que guíe las relaciones con los vecinos, especialmente cuando el gran jefe americano parece estar cometiendo graves errores.Llegó el momento que la actual dirigencia política israelí deje de decir lo que el pueblo desea escuchar, llegó el momento en que Olmert -el rey de los discursos extensos y emocionantes- se dedique a hacer, a cumplir sus promesas electorales y, fundamentalmente, a evitar un nuevo desastre.Tal vez no sean los vecinos que deseamos tener pero, lamentablemente, es lo que tenemos. Ya lo dijo Benjamín Franklin: "Nunca ha habido una guerra buena ni una paz mala".