domingo, octubre 15, 2006

¿Se le subieron los petrodólares a la cabeza?

¿Socialista, revolucionario, antiimperialista o simplemente un tirano? La respuesta es compleja y probablemente está compuesta por todas estas definiciones. Hugo Chávez es hoy en día, sin duda, el mayor desafío que han tenido los Estados Unidos en América Latina desde la invasión a la Bahía de los Cochinos. Su controvertida conducta lleva a muchos a pensar que los gobiernos de izquierda dominarán por completo la región en muy poco tiempo, pero, la idea de que la actual Venezuela representa un modelo socialista es simplemente ridícula. En ocho años de presidencia Chávez capitalizó la riqueza petrolera de su país para tomar el control del Congreso, la justicia, los sindicatos, las comisiones electorales y, por supuesto, la compañía estatal de petróleo.

Los éxitos de este presidente llaman mucho la atención de las masas. Su “estilo” populista a algunos nos hace pensar que la personalidad del líder creado por Woody Allen en 1971 en su película “Bananas” estaba llena de elementos reales y a otros los lleva a pensar que el “chavismo”, una ideología improvisada, puede ser una opción para América Latina.
El gobierno de este líder se ha caracterizado por conservar algunas libertades básicas de la democracia, entre ellas una prensa relativamente libre, la existencia de partidos políticos en la oposición y elecciones competitivas, este tipo de gobierno ha desarrollado lo que muchos observadores denominan como una “dictadura posmodernista”: una mezcla cuestionable entre democracia y totalitarismo, politizando las fuerzas militares y militarizando la política, un balance de izquierda híbrido que posee una aceptación en la comunidad internacional que ni la Cuba de Castro ni la ex Unión Soviética lograron obtener en algún momento de la historia.
Disfrutando del “excremento del diablo”
La economía venezolana ha estado históricamente basada en el petróleo o como lo denominara Juan Pablo Pérez Alfonzo, ex Ministro de Petróleo y co-fundador de la OPEC, “el excremento del diablo”. Las exportaciones de crudo venezolano llegaron a ser en el 2005 al 86.9% de los bienes que este país exportara.Tras la alza en los precios del crudo en los años 1970s, a diferencia de otros países de América Latina, Venezuela no tuvo la necesidad de modernizar su economía, esta alza le permitió que la misma continuara basada en el petróleo y las ganancias de la misma fueron divididas a través de subsidios, empleos públicos y favores políticos.
Durante los 80s, cuando los precios del oro negro cayeron el nivel de vida en el país bajo notablemente, principalmente debido a la falta de industrias, una falta que evito que el país formara parte de la economía global a la cual Chávez acusa de “neoliberal” y señala como principal culpable de los problemas sociales de su país.La popularidad actual de Chávez en las clases bajas de su país está basada en sus políticas sociales, algunas de las cuales deberían haber sido implementadas por gobiernos anteriores ya hace muchos años. Cuando Chávez llegó al poder el barril de crudo costaba menos de 20 dólares, mientras que hoy supera con tranquilidad los 60 dólares, pero sin el alto precio del crudo las concesiones sociales del presidente bolivareño serán difíciles de mantener.
Debemos reconocer que este populismo que favorece al presidente está ciertamente basado en las diferencias sociales de las que sufre su país. Las políticas sociales son muchas veces difíciles de implementar en la medida justa dadas que si no están destinadas a incentivar a las clases necesitadas a mejorarse y superarse por si mismas generan una dependencia en el estado que a largo plazo puede devenir en déficit fiscal. Este post dictatorismo de Hugo Chávez por lo tanto podrá mantenerse en su país solo mientras los precios del crudo continúen altos, presentando un desafío diferente al que presentan los totalitarismos tradicionales gracias la aparente atención que el gobierno da a las inmediatas necesidades sociales de las clases mas bajas.
El Aliado de los antiimperialistas financiado por los imperios
El principal producto que Chávez comercializa a nivel personal es el odio hacia los Estados Unidos y por consecuencia a su principal aliado, Israel. Debemos admitir que este producto posee un gran potencial de compradores en la comunidad internacional. La formula más simple para molestar a los Estados Unidos en este mundo de pactos, alianzas y estrategias es cultivar amistades entre los países enemigos de la potencia americana, muchas de ellas basadas en generosas donaciones de dinero o compras de productos propios de los diferentes países a precios muy superiores a los reales en el mercado.
El líder bolivareño ha cultivado alianzas en todos los polos ideológicos del mapa político, comprando armamento a Rusia – país que intenta día a día volver a ser una potencia opositora a los Estados Unidos – y negociando acuerdos con el presidente colombiano, el conservador Álvaro Uribe, a fin de construir una red de gas entre ambos países, el primer paso en lo que le daría a Venezuela la salida al Océano Pacífico a fin de abaratar los costos de exportación a China.
Chávez realizó negocios en diferentes países de América Latina, “ayudando” a los gobiernos de Kirchner por medio de una ayuda financiera de 3.200 millones de dólares, a Evo Morales a quién prometiera invertir 1.500 millones a fin de reemplazar las inversiones de Petrobrás congeladas en ese país y siendo el principal esponsor de lo que queda de la revolución castrista en la Isla, en febrero de este año realizó una generosa donación de un millón de dólares al “Club de Samba” de Río de Janeiro quién “eligió” como tema central para el desfile anual del carnaval carioca a “la Revolución Bolivariana”; estas generosas contribuciones económicas en América Latina y la entrada de Venezuela al MERCOSUR intensifican las diferencias y tensiones hemisféricas con los Estados Unidos, el intento chavista de revivir el tradicional populismo tercermundista existente en América Latina ha logrado moderados éxitos que podrían llevar a la división del hemisferio en dos grupos: uno pro-Chávez y otro por-Norteamérica basado en el conflicto ideológico existente sobre el “Washington Consensus” al cual Chávez culpa de las desgracias latinoamericanas.
En África concretó negocios mineros en Benin y Malí oponiéndose al proteccionismo americano y europeo tradicional en la zona y en el 2004 debemos recordar que recibió, en lo que podría ser otra escena de “Bananas”, un reconocimiento sobre Derechos Humanos en Libia, otorgado por el mismísimo Muamar el Gadafi, en su última gira mundial llegó a tierras persas donde nuevamente se reunió con Ahmadinejad a quién propuso incrementar las inversiones iraníes en Venezuela, demostrando su poco conocimiento de historia tuvo el tupé de comparar la “revolución iraní” con su propia “revolución bolivariana” considerándolas como hermanas y prometiendo “respaldar en todo momento y bajo toda condición...” a este país, un respaldo que ya pudo ser comprobado en las votaciones llevadas a cabo en la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Fausto y el diablo
Mientras que Chávez con su particular estilo diplomático describe a Hitler como un “bebe de pecho” al ser comparado con G.W. Bush o lo denomina “el diablo” debemos tener en cuenta que las cañerías que llevan el crudo venezolano directamente a las refinerías de los Estados Unidos son las que mantienen económicamente vivos por medio de estos diabólicos pactos económicos los delirios revolucionarios de este líder tercermundista, pero, para Washington la amenaza mas inminente que Chávez supone no es la expansión de su falso populismo sino su capacidad de generar el avance de un multilateralismo político y económico en América Latina.
Los enemigos de tus enemigos son tus amigos
Como hemos observado antes no existe mejor forma de demostrar la oposición a los Estados Unidos, y más específicamente a los Estados unidos del siglo XXI – en su paranoica lucha global -, que aliándose a los enemigos de Washington o a quienes intenten desafiar a la potencia, y la lista de candidatos es bastante larga.Las salidas al extranjero de Chávez generalmente lo llevan hacia países del ex bloque comunista o a países árabes donde los lazos comerciales debido al petróleo son muy importantes. Demás está decir que en esas latitudes Israel no es específicamente un país admirado, por lo tanto, es de esperar que Chávez aproveche su carácter populista y en sus visitas realice declaraciones anti-israelíes que le aseguren los aplausos de las multitudes y los favores políticos de los líderes locales, pero, aparentemente estas declaraciones son netamente formales y con claros objetivos políticos y no suponen ningún peligro real para Israel.
No hay mal que dure cien años
El líder bolivareño intenta aparentemente seguir la carrera política de Fidel Castro. Si bien Chávez no cuenta con el carisma de su aparente padre ideológico contemporáneo, él si cuenta con un ingrediente fundamental para coronarse como heredero de la “revolución”: legitimidad. Castro logró obtener su reputación anti-imperialista y anti-americana que lentamente aisló a su isla del globo, pero Chávez, gracias a sus petrodólares está ya muy sumergido en este sistema global al que se opone, evitando así quedar marginado.América Latina tiene ya en los anales de su historia líderes que, tal como lo desea Chávez, se aferraron al poder por décadas: el record actual lo posee Fidel Castro quién permaneció en el poder 47 años, 17 años más que el mexicano Porfirio Díaz, 12 más que el paraguayo Alfredo Stroessner e incluso 11 años más que el español Francisco Franco. A nivel global, solo Kim Il Sung de Corea del Norte se aproxima a los records latinoamericanos con 46 años en el poder. A fin de batir el record castrista Chávez debería permanecer en el poder hasta el año 2045 sin interrupción, pasados sus 90 años de edad, algo que según sus declaraciones no parecería molestarle, pero en un mundo sin guerra fría y en un país con lazos tan fuertes con la comunidad internacional un totalitarismo completo en Venezuela sería bastante difícil de implementar dejando lugar solamente para la actual dictadura posmodernista, donde la oposición lentamente va cobrando fuerza generando esperanzas de llevar a Venezuela hacia una democracia mas sana