lunes, mayo 12, 2008

Israel 1948-2008: seis décadas de éxitos y fracasos

Publicado en Revista Horizonte, Paz Ahora, Hagshama, CIM.

"Nosotros, miembros del Consejo del Pueblo, representantes de la comunidad Judía de Eretz Israel y del Movimiento Sionista, estamos reunidos aquí en el día de la terminación del mandato británico sobre Eretz Israel y, en virtud de nuestro derecho natural e histórico y basados en la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, proclamamos el establecimiento de un Estado Judío en Eretz Israel, que será conocido como el Estado de Israel"
Tomado de la Declaración de la Independencia de Israel, Mayo de 1948.

Con estas palabras David Ben Gurión declaraba la Independencia del Estado de Israel, el resurgimiento nacional del Pueblo Judío, un pueblo que dejó de ser tan sólo un objeto de la historia para pasar a ser el sujeto de la misma.
Sesenta años después de luchar contra 6 ejecitos árabes a fin de concretar el ancestral sueño judío de regresar a Sión, Israel aún se encuentra en la plena búsqueda de su propia identidad y de un lugar en el mundo. Con fronteras vagamente reconocidas y "compartiendo" de alguna manera este territorio tan codiciado por tantos con habitantes árabes y palestinos, la búsqueda de un lugar con límites definitivos aún no ha llegado a su fin.


Este conflicto existencial juega un rol cotidiano en Oriente Medio, reflejándose claramente en las continuas contradicciones intrínsecas de la realidad israelí: la perpetua construcción en los territorios ocupados, los modestos intentos por llegar a algún tipo indefinido de paz con los grupos palestinos moderados, la constante lucha contra el fundamentalismo islámico encarnado en Hamas y la constante tensión con el mundo árabe.


Surgido de las cenizas del genocidio nazi que asesinara despiadadamente 6 millones de judíos, Israel tras sesenta años de indefiniciones es aún incapaz de resolver contradicciones que atañan a su más íntima esencia existencial: ¿País Europeo o simplemente Medio Oriente? ¿Religioso o secular? ¿Un Estado Judío o un Estado multicultural para todos sus ciudadanos, un 20% de los cuales son árabes?


Israel es una democracia latente y vibrante, un país donde la política es el tema central de conversación las 24 horas del día, donde la minoría árabe que se manifiesta en contra de la propia existencia del Estado conserva sus bancas en el Parlamento. Una democracia que se codea con las principales potencias occidentales mientras que es históricamente criticada por estas mismas por su accionar en los territorios ocupados durante los últimos 41 años.
A pesar de todos los fracasos y errores cometidos durante estos primeros humildes 60 años de existencia, hoy en día, 2000 años más tarde de aquel día en el cual los romanos extinguieran la soberanía Judía en estas tierras, el "moderno" estado es una realidad de la cual el pueblo judío puede estar completamente orgulloso.


Sionismo y territorios: malentendidos y malos usos


"Si fuera posible, su majestad, tirar seis o siete millones de judíos al Mar Negro, definitivamente lo preferiría, pero no lo es, por lo tanto debemos dejarlos vivir como a los demás"...


El Conde Sergei Witte, Ministro de Economía del Zar Nicolás II, explicaba con estas palabras, a un joven periodista vienés, los consejos que le daba al Zar en 1903 sobre "la cuestión judía" Este joven periodista, Teodoro Herzl, había ideado recientemente el concepto Sionismo Político e intentaba obtener el apoyo del gran emperador ortodoxo. Quizás debamos aprender algo de la resignada posición de Witte, redefinir nuestros conceptos o comprenderlos en su máxima expresión, y actuar de una forma inteligente con nuestros vecinos naturales.


El mal uso de este noble concepto ha llevado a que grandes sectores de la opinión pública mundial vean al sionismo como el principal desencadenante del Conflicto de Medio Oriente. Cabe recordar la famosa resolución 3379 de la ONU del 10 de noviembre de 1975 que determinaba que el sionismo era racismo. El sionismo también está bajo el constante ataque tanto del ultra-sionismo como de post-sionismo.


Herzl, quien escuchara las aberrantes declaraciones de Witte -que luego fueran aprendidas por otros tantos líderes a lo largo de la historia-, no habló de conquista, no escribió sobre opresión, no apoyaba la violación de los Derechos Humanos. Herzl no quería "transfer". Herzl sólo quería un Estado judío para un pueblo sin tierra y perseguido.


La realización del ideal sionista en su máxima expresión requiere un Estado que pueda convivir con sus vecinos. El sueño sionista consistía en crear un hogar seguro para todos los judíos del mundo, por lo tanto, por definición, Israel debe proveer refugio y seguridad para los judíos.


El sionismo en realidad no consiste en alimentar ocupación, opresión, expansión y conflictos internacionales, la idea original de este movimiento político simplemente era la de crear una sociedad progresista basada en valores judaicos que pudiera vivir y prosperar sustancial y espiritualmente. El sionismo verdadero aceptó la realidad de que no judíos vivirían dentro del Estado de Israel, siendo este un factor fundamental para preservar el carácter democrático del mismo. Esta realidad está expresada y defendida en la Declaración de Independencia, una declaración ejemplar que debería servir para recordar diariamente en qué principios y valores está basado el estado.


Herzl creía que en el Estado Judío sería uno cuya religión, tal como la definiera Ehad Haam, sería nacional, pero su nacionalidad no sería religiosa por que si no se transformaría en un país nacionalista, radical y militarista, un país conflictivo donde el sueño sionista podría confundirse con un mesianismo destructivo.


La ocupación de Gaza y Cisjordania más que sionismo realizador es un asesinato del propio ideal, no sólo desde el punto de vista demográfico que demuestra la catástrofe que significará esto en pocos años para el carácter judío del Estado de Israel, sino principalmente desde el punto de vista moral y ético, que nosotros como judíos deberíamos comprender mejor que nadie.


A fines de 1967 David Ben Gurión ya retirado, viviendo en el Neguev declaró que Israel debería encontrar la forma de salir lo más pronto posible de los territorios que había recientemente ocupado. ¿Acaso no era Ben Gurión sionista? No nos dejemos confundir con las malversaciones que se han realizado sobre el concepto de sionismo, desde 1967 principalmente. La retirada de Gaza fue un acto Sionista, fue una forma de salvar el verdadero ideal sionista de un Estado judío que respete dentro de sus límites los Derechos de todas las minorías. Pero, tampoco nos dejemos engañar, es sólo un comienzo y no una solución, depende de los líderes del Estado y de los votantes que este comienzo no sea tan sólo un fin.


Estado judío y democrático


A sesenta años de su fundación el Estado de Israel se encuentra cada vez más cerca del momento en el que deberá realizar cambios drásticos en su aspecto territorial a fin de seguir siendo un Estado judío y democrático. La actual situación territorial del Estado de Israel no le permitirá mantener por muchos años más estas dos sanas "cualidades" a la par.


En el trágico caso de que Israel desee mantener bajo su soberanía los territorios ocupados, mantener una democracia será imposible. La respuesta de la extrema derecha en este caso devendrá en la anulación de todos los Derechos civiles a la población árabe, eliminando de esta forma la democracia, mientras que si buscamos una solución en el lado de la extrema izquierda, estaríamos hablando de un Estado binacional, lo que significaría prácticamente el "suicidio" del Estado Judío. Debemos también tener en cuenta que los Estados binacionales existentes no demuestran ser exactamente ejemplos de éxito (podemos ver los resultados de este intento en Bélgica).


La historia nos enseña que la existencia de un Estado Judío es indispensable. Líderes como Pinsker, Herzl y Gordon vieron claramente que la falta de un Estado propio era la enfermedad social de los judíos, la causa de muchos de sus males y de su extrema debilidad para enfrentar un mundo cada vez más hostil que generaría el más irracional genocidio conocido por la historia de la humanidad. El mundo no ha sido nunca capaz de defender al Pueblo Judío, y sólo un Estado fuerte y seguro donde el Pueblo judío pueda florecer y desarrollar su cultura y valores asegurará la existencia y derechos civiles y políticos de los judíos del mundo, pero este Estado debe tener límites claros, reconocimiento internacional completo y mayoría judía. El precio que el Estado de Israel debe pagar para ello es muy claro: devolución de territorios. La entrega de estos territorios donde reside una mayoría no judía debe ser un interés fundamental del Estado Judío y no tan sólo de sus enemigos. A fin de mantener una democracia judía, Israel no se puede dar el lujo de dominar grandes poblaciones no judías.


Retornar a las raíces ideológicas


Debemos poner todas nuestras esperanzas y exigencias en que los futuros líderes del Estado de Israel vuelvan a las raíces ideológicas del Estado, buscando la paz con nuestros vecinos y realizando las concesiones que sean necesarias para llegar a la misma. Es muy difícil imaginar como se verá el Estado de Israel dentro de 60 años sin lograr llegar a una paz verdadera con nuestros enemigos.


Lamentablemente hoy en día, tras aquel mandato de 1922 de la Liga de las Naciones que reconociera el derecho del Pueblo judío de reconstituirse en su patria ancestral, 59 años como miembro de las Naciones Unidas y a pesar de sus extraordinarios logros, la legitimidad del Estado de Israel sigue siendo un tema de debate popular en el mundo entero. La búsqueda de la legitimidad internacional debe ser uno de los principales objetivos de los líderes del país.


En sus sesenta primeros años, el Pueblo judío consiguió integrar en un Estado grandes masas de refugiados de todo el mundo - trayendo al mundo experimentos sociales apasionadamente utópicos, brindó un renovado sentido de existencia a las comunidades de la diáspora y estableció los fundamentos de una sociedad democrática y científicamente avanzada, El hebreo, la lengua de la bíblica en pocos años enorgulleció el renacimiento nacional, siendo hoy un idioma dinámico cuya literatura ya brindó al Estado un Premio Nobel.


Israel debe estar orgulloso de sus logros, pero hoy, más que nunca, no es hora de tan sólo aferrarse a logros del pasado, sino de enfrentar inteligentemente el futuro: debe cultivar una aspiración inquebrantable de paz. Sólo sobre esta base podrá el Estado judío prosperar con confianza y seguridad. Tras 60 años de existencia en Medio Oriente, y a pesar de las sensacionalistas declaraciones de algunos líderes árabes, todos en Israel ya saben que este país está afianzado en el mapa y no podrá ser borrado del mismo.


Afrontar el desafío militar árabe no debe ser el único y ciego objetivo de los líderes del país, Israel debe intentar incansablemente encontrar la forma de elaborar vías de diálogo y negociación para desarmar el conflicto pacíficamente.


Como judíos o simples ciudadanos del mundo moderno podemos, y en ciertas ocasiones incluso tenemos el deber ético y moral de cuestionar y criticar algunas políticas y medidas que implementan los diferentes gobiernos del país, pero tras 60 años de existencia no podemos aceptar que se cuestione la propia existencia de Israel.


¡Jag Hatzmut Samej!
¡Feliz Día de la Independencia!