miércoles, julio 20, 2005

¿Que tan blanco será el humo que cubra los cielos del vaticano?

El fallecimiento de Su Santidad, Juan Pablo II, conmocionó al mundo más allá de la grey católica. También el pueblo judío se despidió de él con dolor, a la vez que mira con expectativas a su sucesor, Benedicto XVI.



El pasado 2 de abril, tras una larga lucha contra el Parkinson, falleció el Papa Juan Pablo II. Desde ese momento nos convertimos en auténticos testigos de varios fenómenos religiosos, sociales, políticos y económicos que se desataron alrededor del mundo, fenómenos históricos que no se observan muy comúnmente en un mundo mayoritariamente católico que perdió a su máxima autoridad religiosa e incluso -para algunos - moral.

La carrera en la búsqueda y elección del nuevo “representante de Dios en la Tierra” estremeció al mundo durante casi un mes, las portadas de los periódicos, noticieros televisivos, artistas, académicos e incluso políticos egocéntricos trataron el tema diariamente: ¿quién sería el próximo líder del Estado más pequeño y a su vez más influyente del planeta?, ¿quien será el líder del único estado que cuenta con 1.100 millones de soldados alrededor del mundo?

Juan Pablo II: ¿progresista ó populista?

Ioannes Paulus PP. II nació el 18 de mayo de 1920 en Polonia bajo el nombre de Karol Józef Wojtyla, fue por casi 27 años el líder máximo de la Iglesia Católica hasta su muerte el pasado 2 de abril. Fue el primer Pontífice no italiano o alemán desde Adrián VI -fallecido en 1523-. Tuvo un papado relativamente largo, el tercero en la historia tras San Pedro y Pío IX. Fue electo después de Juan Pablo I, quien sólo estuvo en este puesto por 33 días, y en memoria de quien se denominó Juan Pablo II.

La Iglesia Católica ha sobrevivido las más increíbles series de transformaciones de estructuras sociales en el mundo en los últimos dos milenios, básicamente, verificando siempre dos premisas: cómo debe la Iglesia actuar frente a las autoridades políticas de turno y qué debe hacer la Iglesia para mantenerse unida. Juan Pablo II fue consiente de estos dos cuestionamientos y su papado consistió en una larga serie de actos que respondieron a estas preocupaciones. En muchos sentidos luchó contra la opresión, la pobreza y el secularismo, pero al mismo tiempo mantuvo relaciones amistosas con las naciones occidentales y sus líderes.

Juan Pablo II enfatizó durante su papado la autoridad central del Papa. Condenó la Teología de la Liberación, y reivindicó constantemente, de la forma más severa posible, los postulados centrales de la Iglesia en lo que respecta a temas sexuales. Se convirtió en un líder mundial contra la secularización y la individualización de las prácticas morales.

Quizás no haya sido el Papa más importante del siglo XX, pero ciertamente es uno de los más contradictorios, su “política exterior” demanda conversión, reforma y diálogo con el resto del mundo, mientras que su “política interna” estuvo orientada a la restauración de el estatus-quo que existía antes del Concilio, negando el diálogo interno en la Iglesia. Estas contradicciones las analizaremos en breve por medio de ciertos temas centrales:

Derechos Humanos: mientras que fuera un defensor mundial de los derechos humanos, muchas veces obispos, teólogos y especialmente mujeres no gozan del derecho de recibirlos. Si bien el Vaticano desea fervientemente ser un factor activo en la política europea, aún no ha firmado la Declaración de Derechos Humanos de la Comisión Europea. El concepto de separación de poderes, base de todo sistema legal moderno, es prácticamente desconocido en la Iglesia Católica: el mismo Vaticano funciona como legislador, ejecutor y juez.

El Rol de las mujeres: la gran admiración hacia la Virgen María predica el noble lugar de la mujer en la humanidad, pero a su vez el Vaticano prohíbe el control de la natalidad, y no permite la ordenación de las mujeres. Las posturas de Juan Pablo II fueron muy claras en lo que respecta al aborto, control de la natalidad, inseminaciones artificiales y divorcio, oponiéndose a estas prácticas.

Moral Sexual: si bien Juan Pablo II predicó durante todo su Papado en contra de la pobreza masiva y el sufrimiento en ciertas partes del mundo, como lo hemos dicho es un gran opositor al control de natalidad, medidas que solucionarían al menos parte de estos problemas.

Celibato de los sacerdotes: la promoción del celibato fue uno de los principales factores responsables en la escasez de sacerdotes en la Iglesia, así como del colapso ético del que fueron presa algunos de ellos, generando incidentes que dañaron duramente la imagen moral de la Iglesia.

Movimiento ecuménico: si bien al Papa le gustó ser presentado como la voz del movimiento ecuménico, al mismo tiempo tuvo gran influencia dentro del Vaticano en las relaciones con la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia Reformista, negando el reconocimiento de los oficios eclesiásticos y servicios de comunión de las mismas.

Políticas personales: como obispo y luego arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla fue parte del Concilio Vaticano II° -entre 1962 y 1965-, pero como Papa sus políticas internas difirieron muchas veces del mismo: en tanto que las doctrinas del Concilio indican “Aggiornamento -diálogo- ecuménico”, la doctrina empleada por él estaba basada en “restauración, obediencia y re-romanización”, una doctrina que dejó como consecuencia un episcopado servil y ultra-conservador, llevando a que miles de fieles abandonaran la fe católica o incluso se le opusieran.

Opus Dei: su apoyo al Opus Dei ha sido un punto muy controversial durante todo su papado. El Opus Dei es una organización muy criticada bajo acusaciones de intento de toma de poder político y económico en diferentes países de tradición conservadora, como España bajo Franco, EE.UU. bajo Reagan y América Latina bajo los gobiernos militares, por medio de la infiltración estratégica de sus miembros en los gobiernos. El apoyo incondicional del Juan Pablo II a esta organización, el otorgamiento del estatus de “Prelación Personal” dándole jurisdicción internacional y la beatificación en 1992 de José María Escrivá de Balaguer -su fundador- han despertado muchas controversias dentro del mundo cristiano.

El Papa peregrino

Conocido como el “Papa peregrino”, Juan Pablo II recorrió mayores distancias que todos sus antecesores juntos y fue sin duda uno de los Papas con más consenso internacional. Su nombre fue recordado por casi todos los líderes del mundo, desde Bush hasta Castro, desde Sharón hasta Abu Mazen.

Su papado ha tenido muchos aspectos positivos, pero también ha generado una gran polarización en el seno mismo de la Iglesia Católica como consecuencia de políticas contradictorias. La Iglesia se encuentra en medio de una crisis estructural que puso de manifiesto sus fatales fracasos, quizás dejando en claro la necesidad de una gran reforma interna.

Su legado será recordado por muchas generaciones y pueblos, entre ellos, por el pueblo judío, con quien Juan Pablo II estrechó lazos como ningún Pontífice lo había hecho antes. El Papa hizo “mea culpa” de los crímenes de la Iglesia a través de los siglos, un “mea culpa” que demoró demasiados siglos en llegar, una demora que costó muchas vidas, pero... ¡más vale tarde que nunca!

¡Havemus Papam!
Joseph Ratzinger: una nueva era con “olor a humedad

El 19 de abril pasado pudimos oír desde el balcón central de Basílica de San Pedro, algunos por primera vez en su vida, la frase “Annuntio vobis gaudium magnum; Habemus Papam”, " Les anuncio con gran felicidad: tenemos Papa".
El cardenal alemán Joseph Ratzinger, de 78 años de edad, hasta ahora decano del Colegio Cardenalicio y durante más de 20 años defensor de la ortodoxia de la fe católica al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, fue electo como el Papa número 265 de la historia, siendo el primer Papa alemán desde que el Sillón de Pedro fuera ocupado por Víctor II entre 1055 y 1057.

Políticas “celestiales”

1) En búsqueda de la legitimación de los fieles: el uso de la memoria colectiva
“...considero este hecho (su elección como Papa) una gracia especial que me ha concedido mi venerado predecesor Juan Pablo II. Me parece sentir su mano fuerte que estrecha la mía, me parece ver sus ojos sonrientes y escuchar sus palabras, dirigidas, en este momento, particularmente a mí: "¡No tengas miedo!", Primer mensaje de Benedicto XVI, 20.IV.05.

El Papa ejerce los poderes ejecutivo, legislativo y judicial del estado del Vaticano. Podría decirse que se trata de un extraño caso de monarquía no hereditaria, pero que ejerce un poder casi ilimitado sobre miles de millones de personas en todo el planeta. Cada acción, cada oración, cada movimiento del Sumo Pontífice es analizado y tiene una suprema e incluso por momentos absurda importancia.

Las primeras palabras que el nuevo Sumo Pontífice leyó en latín al final de la concelebración eucarística presidida en la Capilla Sextina con los miembros del colegio cardenalicio que acabamos de citar hacen alusión al difunto Pontífice, quien como sabemos era muy querido en el mundo. Esta táctica es utilizada en diferentes lugares del mundo, por nuevos líderes que buscan fortalecer su posición frente al pueblo y generalmente da resultados. El Sumo Pontífice parece comprender que la mejor forma de ganarse rápidamente a sus fieles es recordándoles cuán querido era él por Juan Pablo II, quien cuenta con amplio apoyo entre sus fieles.

2) El nuevo Ratzinger: “Benedicto XVI”
Como grandes consumidores que somos en este mundo, todos sabemos que ningún producto, por bueno que sea, se puede vender exitosamente sin una marca atractiva. En la política este concepto funciona de la misma manera. Generalmente no nos encontramos con nombres de partidos políticos extremadamente largos, incomprensibles, o que no expresen en cierta forma su ideología.

Si hay una gran ventaja con la que cuenta un Papa frente a un político es la posibilidad que se le da de elegir su nuevo nombre.

La elección de Ratzinger en cierta forma sí fue una sorpresa, en especial porque generalmente los colaboradores cercanos del Papa difunto -Ratzinger lo era- no heredan el puesto. Es que los cardenales que eligen ven la oportunidad de apoyar nuevas políticas por medio de la elección de un nuevo Papa. Este fue el caso cuando, en 1914, el ultra-ortodoxo Pío X fue sucedido por Benedicto XV.

La elección de Benedicto XV había sido inesperada. Fue denominado el “Papa de la paz” debido a que formuló una “carta pacífica” que el 1° de agosto de 1917 envió a las potencias que luchaban en Europa. Ninguno de los imperios centrales (Alemania, Austro-Hungría, el Imperio Otomano) ni los aliados (Gran Bretaña, Francia y Rusia) aceptó las propuestas del Papa. La idea de Benedicto XV fue adaptada por Woodrow Wilson en sus “Catorce Puntos”.

Los nombres de los Papas, al menos en los tiempos modernos, son muy significantes. El Cardenal Joseph Ratzinger tiene seguramente excelentes motivos para llamarse Benedicto XVI. Este nombre debe estar inspirado en Benedicto XV, o quizás incluso en Benedicto XIV -siglo XVIII-, quien se enfrentó a la concepción escéptica y racional del Iluminismo. Es probable que la elección sea para que los fieles lo identifiquen con Benedicto XV, quien puso fin a un período de tensiones dentro de la Iglesia denominado “crisis modernista”, una crisis que derivó de la intención de aplicar principios modernos al estudio de las verdades tradicionales.

Quizás haya otro motivo por el cual adoptó este nombre, una posibilidad aún más preocupante: el Papa Pablo VI hizo de San Benedicto “el padre de todos los monjes”, dado que sus monjes eran los responsables de mantener viva las tradiciones europeas frente a las invasiones bárbaras y encargado de la re-evangelización de Occidente. ¿Pensará Ratzinger que vivimos en una etapa tan oscura como aquella, y que el rol de la Iglesia es preservar las verdades de la humanidad? Este escenario ya alarma a diferentes grupos del mundo católico, muchos de los cuales se decepcionaron de la elección del nuevo Sumo Pontífice.

¿Mas allá del bien y del mal? Ratzinger y las juventudes hitlerianas

Durante la Segunda Guerra Mundial, a los 12 años de edad Ratzinger se unió a un Seminario y 2 años más tarde, en 1941, fue aparentemente obligado a unirse a las Juventudes Hitlerianas en el marco de las cuales fabricaba trampas antitanques. Si bien es verdad que la pertenencia a las Juventudes Hitlerianas y al Wehrmacht -nombre que llevó el ejército alemán entre 1933 y 1945- era obligatoria, para ser creíble su inocencia debería el Papa ocuparse de esclarecer completamente este período de su vida.

Aparentemente el joven Ratzinger desertó del Wehrmacht en 1945, a fines de abril o comienzos de mayo, según él “no lo recuerda exactamente”. También justificó su alegada falta de participación en los combates de la guerra diciendo que “tenía un dedo infectado”. Esta amnesia parcial es particularmente curiosa. Hitler murió el 30 de Abril de 1945. El haber desertado cuando los alemanes se encontraban en plena batalla sería realmente un acto de valiente resistencia, pero hacerlo luego sólo indicaría la desesperación para rendirse a los americanos en lugar de los rusos, algo bastante común en esa época.

Su Santidad debería hacer un esfuerzo por para recordar estos detalles. ¿Cómo huyó? ¿Cuánto participó de estas fuerzas? ¿Qué rol cumplió? Aparentemente Benedicto XVI no ha tenido complicidad alguna con los nazis, al menos no hay ningún documento que lo compruebe, pero aún así la complicidad del Vaticano y los recuerdos que ésta genera ligados al nazismo pueden “manchar” su autoridad moral.

No podemos simplemente olvidar el asunto sólo debido a que no hay una confesión propia. El Papa debería dar el ejemplo a sus seguidores y hacer una completa declaración sobre el tema. Aparentemente no tiene nada que ocultar, esto le da una gran ventaja sobre la Iglesia que dirige y sobre muchos de los Papas que lo precedieron.

Congregación para la Doctrina de la Fe
“Debemos oponernos a la dictadura de los relativismos”. Benedicto XVI

La Congregación para la Doctrina de la Fe es la más antigua de las nueve congregaciones de la Curia Romana, aun anterior a la Iglesia Católica Romana, e históricamente ligada a la Inquisición. El 21 de julio de 1542 el Papa Pablo III, con la constitución Licet ab Initio, la Congregación estableció la Santa y Suprema Congregación de la Romana y Universal Inquisición, compuesta por cardenales cuyo rol era “mantener y defender la integridad de la fe y examinar y proscribir errores y doctrinas falsas”. Aunque sus principios son los mismos, el nombre de esta congregación sufrió dos cambios “cosméticos”: el primero en 1908, cuando Pío XI la denominó “La Santa Corte Suprema de Los Santos Oficios” y el 7 de diciembre de 1965 el Concilio Vaticano II° la llamó Santa Congregación para la Doctrina de la Fe. Con el nuevo código de la ley de cánones en 1983 la palabra “Santa” fue eliminada de los nombres de las Congregaciones Vaticanas.

Esta Congregación es la encargada de mantener el orden y la disciplina en el mundo católico. Ratzinger no temió en aplicar mano dura a quien se alejara de los postulados medievales de la doctrina Católica, por ejemplo condenando al sacerdote brasilero Leonardo Boff, de tendencias socialistas, quien se dedicó a ayudar activamente -y no sólo en el plano de la declamación- a los pobres de su país, y sentenciándolo a un año de silencio. Interesante manera de “callar”, nunca mejor dicho, a una persona que publicara un libro titulado “La Iglesia, Carisma y Poder”. También fue Ratzinger quien validara con su firma un extraño documento, Dominus Iesus, en el que se establece el orden en que Dios otorga la salvación celestial a los practicantes de las distintas religiones empezando, por cierto, por los católicos romanos, afirmando así la supremacía de la Iglesia Católica sobre el resto de las confesiones, y sosteniendo que el catolicismo es el único camino para alcanzar la salvación.

La teología de Juan Pablo II fue esencialmente evangelista: “Cristo es la respuesta”, declaraba frecuentemente; pero en su evangelización de culturas frecuentemente usaba argumentos filosóficos para contrarrestar los postulados del marxismo, del materialismo histórico, y de otros sistemas de pensamiento anti-religiosos más avanzados. Como encargado de las doctrinas de la Iglesia, Ratzinger, debió mantener los límites de la ortodoxia católica, una Iglesia conservadora que insiste en que la fe está compuesta por las únicas “verdades existenciales de la vida” que se adaptan a los principios estrictos de la doctrina católica. Quizás por estos motivos, Ratzinger llamó en su cónclave a sus cardenales a oponerse a la “dictadura de los relativismos”.

Nada nuevo bajo el sol

Diferentes sectores políticos, sociales y religiosos del mundo temen ante la posibilidad de que Benedicto XVI convierta el Trono de Pedro en un centro de control para librar la guerra contra las “modas” del mundo: el marxismo, el liberalismo, el libertinaje, el colectivismo, el individualismo racial, el ateísmo, el misticismo, el agnosticismo y el sincretismo -entre otros-, pero es de suponer que no veremos grandes cambios.

Joseph Ratzinger posee todo el carácter conservador de Karol Józef Wojtyla pero con menos carisma. Sus principios son muy similares a los de su antecesor. Sería irracional pretender que realice cambios en estos postulados conservadores: la Iglesia Católica no es un partido político en busca de votos. Si el precio a pagar por la Iglesia a fin de mantenerse fiel a sus principios básicos implica la pérdida de algunos fieles, al parecer Benedicto XVI está dispuesto a pagarlo, una Iglesia más pequeña pero más pura, como él mismo dijera en su alemán natal: “Klein aber fein”. Las palabras de su conclave dejaron muy en claro que luchará contra la secularización, la indisciplina moral, y el consumismo moderno. Sus posturas en contra de la homosexualidad son muy claras y su visión un tanto pasada de moda sobre el Islam puede generar problemas en una Europa donde éstos no faltan.

Si bien habrá que esperar las pronunciaciones del Papa para poder esclarecer qué líneas seguirá su Papado, éstas no se alejarán mucho de los principios más conservadores y ortodoxos de su antecesor. Principios celestiales que sostienen al más grande de los monopolios -sociales, económicos, culturales y morales- de la historia: el Vaticano; y quién mejor que Benedicto XVI para continuar con esta santa cruzada.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

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ana dijo...

No te preocupes ,Daniel que desde niñita vengo observando que en occidente se viene gestando una nueva era.
La era musulmana y uds lo saben ya que estàn acuerdos y desacuerdos con la `parte de ella que dicen que es pacìfica.
La religiòn musulmana esa si que es una roca inamovible ,asì que probablemente los usen a uds para tragarse el mundo.
Uds se van a dejar usar comodamente por razones de supervivencia y de conveniencia.
Pero esta nueva era ,que incluso ya se veìa en polìticos iranìes que pululaban en la época del SHA PALEVHI tendrà su centro en IRAN.
Uds saben perfectamente que si no paran esta escalada nuclear tendràn que quedar mansitos.
Las especulaciones de que se reemplace el actual gobierno iranì ,acuerdos con Siria y ARABIA Saudi se disolveràn porque ellos tienen sus movimientos paulatinos internos.
Así que estais volteando la ùltima tablita que quedarìa a flote ,de eso se van a dar cuenta cuando el Estado de Israel que tan desinteligentemente han defendido acabe.Ellos son màs francos,
Ya se van copando posiciones en el mundo que la mayorìa de la gente ni sabe.

ana dijo...

La nueva era viene por la izquierda y el fundamento a ojos vista serìa la difusiòn del mismo socialismo fascistoide y mezclado que uds los judios de izquierda estàn propiciando.
Pero ellos tienen sòlidos fundamentos econòmicos y se van copando poco a poco el sistema bancario.
Allì daràn su fundamento a la nueva era ,incluso les digo a la gente judia `jóven que lea a HENRY FORD ,puès se difundo mucho la razòn econòmica.
La nueva era no serìa contraria a la titularidad de los bienes de producciòn-como uds han apoyado en argentina sobre todo por interès sobre tierra productiva-SINO CONTRARIA A TODO TIPO DE ESPECULACION USURERA.
Está confuso todo puès ustedes la ven atacando por la derecha o bien por el lado del fundamentalismo PERO NO VEN QUE EL ENEMIGO VIENE POR IZQUIERDA.