jueves, junio 15, 2006

Definiendo Terrorismo: En busca del consenso internacional

La afirmación de que “un terrorista es a los ojos de uno lo que un libertador es para otros” no es sólo un cliché sino que en los últimos años en uno de los principales obstáculos en la lucha contra el terrorismo.

Si bien la definición y conceptualización del terrorismo aparentemente es sólo una cuestión teórica que debería interesar exclusivamente a los estudiosos de la materia, en el momento de combatir el terrorismo, las guerrillas y el terrorismo de estado, las implicaciones de las definiciones o, mejor sea dicho, de la falta de definiciones convenidas para estos conceptos trascienden los límites de lo académico.

En la lucha contra el terrorismo el problema de la definición es un elemento crucial en el intento de coordinar la colaboración internacional.

El abuso en el uso de un término con connotaciones tan negativas como "terrorismo" ha sido empleado por diferentes países y regimenes políticos para dar legitimidad a sus acciones contra sus enemigos. Los nazis llamaban terroristas a los judíos que se revelaron en el Ghetto de Varsovia, en la Sudáfrica del Apartheid las acciones violentas de la población negra eran generalmente caratuladas como acciones terroristas, lo mismo opinaban los franceses de los argelinos que se oponían a la ocupación, Sudamérica es otro ejemplo donde muchas guerrillas fueron caratuladas de terroristas y en Israel la resistencia armada Palestina es caratulada de terrorista mientras que para los palestinos las acciones de Tzahal son acciones de terrorismo de estado.

Muchos académicos, expertos en seguridad y periodistas usan diferentes definiciones de terrorismo. Algunas definiciones se centran en el modus operandi de las organizaciones terroristas, otras enfatizan las motivaciones y características del terrorismo, el modus operandi de los individuos, etc.

Los actos terroristas o acciones de estas características han existido por más de mil años.

A pesar de tener una historia más larga que el Estado Moderno como nosotros lo conocemos, el uso de terror por gobiernos y grupos que aspiran llegar al poder aún no es completamente comprendido. Si bien se puede llegar a una definición abstracta de la palabra terrorismo, su aplicación en el mundo real se convierte en un asunto particularmente conflictivo, probablemente debido al uso de ciertas tácticas terroristas por casi todos los actores del espectro político y social.

Robespierre, el terrorista

Con la sofisticación de los sistemas políticos a lo largo de la historia, la autoridad política comenzó a ser vista menos como un regalo divino y más como una estructura social. Esto generó nuevas teorías sobre los conflictos políticos.

El período de turbulencia política en el cual se vio involucrada Europa antes de la Revolución Francesa inspiró a muchos teóricos políticos, que desarrollaron diferentes puntos de vista sobre revolución y acción política. La relación entre revolución violenta y terror fue inmediatamente establecida y desarrollada. El concepto "terrorismo" apareció por primera vez poco después de la Revolución Francesa. En el suplemento de 1789 del Dictionnaire de la Académie Française se consignaban las palabras “terrorismo” y “terrorista” como provenientes del término terrorisme (aterrorizar), atribuyéndoselo al regime de la terreur jacobino de Robespierre, quien ejecutaba a todas las personas sospechadas ser antirrevolucionarias.

Inicialmente, pues, el término terrorismo implicaba una connotación positiva. Los jacobinos usaban el término regime de la terreur cuando se referían a sí mismos, en un sentido positivo. El terrorismo estaba destinado a consolidar el nuevo estado revolucionario intimidando a los contrarrevolucionarios y subversivos, considerados como enemigos del pueblo. El Consejo Revolucionario juzgaba a aquellas personas consideradas enemigas del pueblo, y las enviaba a la recién estrenada guillotina.

El líder revolucionario Maximilien Robespierre creía que el terrorismo y la revolución eran aliados a fin de lograr el triunfo de la democracia. El mismo Robespierre declaró: “... Terror es justicia, severo e inflexible, es por lo tanto una gran virtud...”. Como podemos observar, en sus comienzos el terrorismo fue utilizado por el estado.

A comienzos del siglo XX ideas nacionalistas y revolucionarias fueron los principales motivos para utilizar el terrorismo. Cuando el Tratado de Versalles dibujó el mapa de Europa luego de la Primera Guerra Mundial, separando el Imperio Austrohúngaro y creando nuevas naciones, ello alentó a minorías étnicas no reconocidas a actuar por su propia independencia y territorio.

Dos teorías habrían luego de adoptar la revolución violenta como forma de cambiar el sistema existente: el marxismo y el anarquismo. Ambas veían la acción violenta como la forma de lograr el cambio de orden necesario en la sociedad.

Por su lado, luego de la guerra, los nacionalistas árabes fueron doblemente decepcionados. Ellos creían en una independencia de post-guerra que no se concretó: primero, cuando Gran Bretaña y Francia obtuvieron el control de las tierras en Oriente Medio; y luego, cuando la Declaración Balfour permitió la inmigración judía en Palestina.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el terrorismo se ha desarrollado hasta convertirse en uno de los principales actores en los conflictos modernos. Su primer uso fue inmediatamente posterior a la finalización de la guerra, como respuesta al colonialismo de las potencias europeas. Luego, al servicio de diferentes ideologías y aspiraciones, el uso de terrorismo se extendió a diferentes tipos de conflictos. Se convirtió en un recurso al alcance de la mano de casi todo grupo con agenda política o religiosa que deseara hacer uso de él. También ha demostrado ser una significativa herramienta en el juego diplomático internacional.

Equivalencia moral

¿Quién determina si una persona que realiza un acto violento es un terrorista, un criminal, o un revolucionario? ¿Puede un terrorista suicida ser comparado con el Gobierno Revolucionario Francés de los años 1790s, que instituyó un estado de terror sistemático contra la población francesa matando miles? ¿Son comparables a grupos como el Irgún en Palestina, Baader Mienhof en Alemania Occidental, Hamás en Israel o los Talibán en Afganistán?

Podemos observar que hay diferencias entre el tamaño y la legitimación política de los diferentes actores que usan tácticas terroristas y en la mayoría de los casos estas diferencias determinan qué se entiende o no como terrorismo. El concepto de equivalencia moral es frecuentemente usado como argumento para moldear la definición de terrorismo. Este concepto simplemente argumenta que lo que realmente importa son los fines y no los medios. Daños no intencionales o colaterales causados a civiles como consecuencia de ataques de fuerzas militares uniformadas direccionándolos a un objetivo militar legítimo, es lo mismo que una bomba terrorista dirigida deliberadamente hacia un objetivo civil con la intención de hacer daño.

Según este principio ambos actos de violencia, colocar un coche bomba en el centro de una ciudad o lanzar un misil desde un cazabombardero, generan muerte y terror. Este es el razonamiento que se oculta detrás de la frase "un terrorista es a los ojos de uno lo que un libertador es para otros". Esta es también una forma de legitimar el uso del terrorismo por grupos revolucionarios.

Uno de los parámetros determinantes en la definición de un hecho violento como terrorismo es el estatus de las víctimas. ¿Son las víctimas inocentes? La "inocencia" de las víctimas es lo que diferencia entre "guerra" y "terrorismo". Los terroristas en el mundo moderno son considerados asesinos debido a que matan personas inocentes. De forma similar, en las guerras las fuerzas militares tienen prohibido, según las normas internacionales, atacar civiles. Es cuando se producen estos tipos de ataques que entra en juego el concepto de "terrorismo de estado". ¿Deben considerarse los daños colaterales substanciales que implica la guerra contra el terrorismo –como por ejemplo la muerte de civiles palestinos como consecuencia de los intentos de Tzahal de eliminar a algún terrorista palestino disparando un misil desde un helicóptero Apache- como terrorismo de estado? ¿Cuándo y bajo qué condiciones son los actos de "legitima defensa", "guerra", o "guerra de liberación" considerados como "terrorismo"?

Nadie es inocente

“Por Naturaleza, e incluso por motivos ideológicos, me opongo firmemente a los asesinatos políticos y más aún al terrorismo. Pero, a diferencia de muchos otros, yo no confundo violencia revolucionaria con terrorismo u operaciones que confunden actos políticos con otros que no los son” (Salah Khalef alias Abu Iyad).

Nuevamente nos encontramos frente al problema de definir quién es inocente y quién no. Salah Khalef fue uno de los miembros del gobierno de la Autonomía Palestina, importante líder del Fataj y uno de los líderes más destacados de Septiembre Negro. A fin de racionalizar sus acciones, Khalef intenta confundir entre terrorismo y violencia política. Consideremos la masacre realizada en los juegos olímpicos de Munich en 1972 por la organización palestina Septiembre Negro: ¿no eran acaso los atletas israelíes completamente inocentes? Desde el punto de vista de Septiembre Negro no lo eran. Ellos eran representantes del Estado de Israel. Esta representación le proveía a Israel mayor credibilidad internacional y, al participar en un evento de estas características, se confirmaba la legitimidad de su existencia. Desde el punto de vista de los terroristas los atletas eran otro accesorio del estado criminal sionista.

El concepto de terrorismo cuenta con al menos tres perspectivas distintas: la del terrorista, la de las víctimas y la del público en general. Los terroristas no se ven a sí mismos como criminales sino en la mayoría de los casos como justicieros. Por su parte, las víctimas ven al terrorista como un asesino a quien no le importa la vida humana. La opinión del público en general es menos estable; gran parte de la opinión pública –principalmente en aquellos lugares lejanos al conflicto- suele ver al terrorista como una especie de Robin Hood que arriesga su vida a fin de luchar por una causa que considera justa. Este punto de vista que favorece al terrorista se ha convertido en una parte integral de la guerra psicológica del terror.

La extrema flexibilidad y adaptabilidad del concepto de terror ha contribuido a generar una gran confusión con el correr del tiempo. Aquellos que desean quebrar, reordenar o destruir el status quo han buscado continuamente nuevas y creativas formas para llamar la atención y lograr sus objetivos. Los cambios en las tácticas y técnicas terroristas han sido significativos, pero más significativo ha sido el crecimiento en el número de casos y contextos en los cuales el terror ha sido utilizado.

Terror y simbolismo: ¿Cómo elegir una víctima?

La efectividad de un acto terrorista no reside en el acto propio sino en la reacción del público y del gobierno a este acto. Por ejemplo, en el asesinato de los atletas israelíes en 1972, si bien los 11 atletas fueron las víctimas inmediatas de Septiembre Negro, el verdadero objetivo fueron los mil millones de personas que estaban observando el evento desde diferentes lugares del planeta. La organización Septiembre Negro utilizó a la gran audiencia de los Juegos Olímpicos para publicitar su punto de vista sobre el conflicto palestino-israelí; de forma similar podemos interpretar que los continuos ataques palestinos a los asentamientos judíos en Gaza no tenían como objetivo solamente asesinar colonos sino lograr la salida de Israel de ese territorio invadido.

Ideología y motivación generalmente influyen en el tipo de acción que llevará el grupo a cabo y, fundamentalmente, en la cantidad de vidas que se cobrará. Los grupos terroristas seculares o no religiosos generalmente seleccionan objetivos muy específicos a fin de lograr un objetivo político. Esto requiere muchas veces mantener un bajo número de víctimas a fin de no dañar la imagen pública del grupo, intentando mostrar la causa del mismo como justa y legítima. Limitando sus ataques, estos grupos también evitan exponer sus cómplices políticos y sus patrones económicos.

En contraste con estos grupos, las organizaciones fundamentalistas religiosas generalmente intentan cobrarse la mayor cantidad de víctimas posibles. Debido a su apocalíptico marco de referencia, la pérdida de la vida es completamente irrelevante: cuanto más víctimas mejor. Incluso la pérdida de miembros de las organizaciones es prácticamente un detalle ellas, ya que estas muertes son las que según sus creencias llevarán a la victoria, y estos mártires obtendrán un estatus especial en el más allá. También las víctimas colaterales de las acciones terroristas, que generalmente no creen en la causa, merecen la muerte por su falta de fe. El objetivo de estos grupos es generalmente causar el mayor daño posible y generar una respuesta del enemigo que amplíe el conflicto.

Como hemos observado, las víctimas de las acciones terroristas generalmente definen el tipo de grupo que las lleva a cabo. Los grupos terroristas seculares con objetivos sociales o políticos generalmente elegirán objetivos cargados de simbolismo: personalidades políticas, oficinas gubernamentales, bancos, aerolíneas nacionales, corporaciones. Es decir, instituciones o personas directamente ligadas al orden social establecido. Por otro lado, los grupos terroristas religiosos, si bien buscan también el efecto simbólico, intentan lograr un mayor número de víctimas y daño físico.

Una forma de simbolismo utilizada por ambos tipos de organizaciones es llevar a cabo acciones terroristas en fechas especiales, tales como aniversarios, conmemoraciones o fechas religiosas.

Es sumamente difícil elaborar una definición en la que estén de acuerdo la mayoría de los miembros de la comunidad internacional. Sin embargo, no cabe duda que una lucha eficaz, moral y justa contra este fenómeno requiere una definición que esté basada en las leyes sancionadas por esa misma comunidad. Estas leyes y convenciones, estipuladas en las convenciones de La Haya y Ginebra, determinan qué está permitido y qué no en las guerras convencionales entre naciones. Estas leyes indican básicamente que el daño a soldados durante las guerras es un mal necesario y por lo tanto permitido, pero el daño deliberado a civiles está absolutamente prohibido. Este principio relacionado al conflicto entre dos estados puede ser extendido a conflictos entre organizaciones no gubernamentales y estados y es lo que diferencia a "guerrilla" de "terrorismo", siendo la guerrilla el uso de violencia por un grupo no oficial contra fuerzas militares y no civiles.

Es importante diferenciar en estos casos entre fines y medios. Si bien los fines de un grupo guerrillero y uno terrorista pueden ser similares o incluso iguales, los medios son diferentes. Las guerrillas no atacan civiles deliberadamente mientras que los terroristas lo hacen. Por lo tanto, la afirmación de que un terrorista es un "luchador por la libertad" quedaría completamente eliminada, dado que no hay ningún mérito en luchar por la libertad mediante la eliminación de libertades de otro grupo.

El gran problema de la lucha contra el terrorismo reside, en parte, en que esta lucha sufre de un relativismo cultural que impide una verdadera coordinación internacional. El verdadero mundo libre debe tener en cuenta que el relativismo cultural aplicado al terrorismo sólo generará más terrorismo.

La lucha por la definición de terrorismo no es menos complicada ni peligrosa que el fenómeno mismo, pero cuanto antes se pongan de acuerdo los países en una definición aceptable por todos, más rápido se podrá comenzar con la verdadera lucha contra este flagelo.

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