Lamentablemente la memoria de la sociedad Israelí en ciertas ocasiones es demasiado corta y débil; en otras, los diferentes grupos políticos intentan aprovechar esta corta memoria para atenuar hechos e influenciar a este debilitado órgano generando daños irreversibles en la conciencia colectiva social. Esto es lo que está sucediendo en estos días vinculado al crimen de Itzjak Rabin y su asesino, Yigal Amir.
En las últimas semanas diferentes sectores políticos de la sociedad israelí han comenzado a hablar de la necesidad de liberar al asesino Yigal Amir, reducir su condena, permitirle salidas y vacaciones como a todo recluso que se encuentra en las cárceles israelíes.Los grupos de derecha utilizan la peligrosa estrategia de enmarcar estas preguntas dentro de la discusión sobre el real significado de la palabra "democracia". ¿Es Yigal Amir diferente a cualquier otro asesino? ¿Por qué debe recibir un trato más estricto? ¿Acaso no son todos los ciudadanos iguales ante la ley? ¿No es el Primer Ministro un ciudadano como cualquier otro? ¿El asesinato de cualquier otro ciudadano no es tan importante como el de Rabin? Estas son sólo algunas de las vergonzosas preguntas que podemos escuchar casi diariamente en las calles de Israel. Israel 2007, a tan solo 12 años del brutal asesinato de Itzjak Rabin.
Probablemente desde el punto de vista seco y estricto de la ley, el asesinato de Rabin como persona no difiere de cualquier otro crimen premeditado. Pero, en este caso, Amir no solo atentó contra la vida de Rabin, sino que ese crimen estuvo dirigido a la democracia.
No debemos olvidar que el objetivo de Yigal Amir fue lograr por la fuerza lo que sus correligionarios de la derecha política israelí no lograron realizar por medio de los órganos y sistemas legal que funcionan en un país que se enorgullece de ser "la única democracia de Medio Oriente". Yigal Amir intentó, por medio de tres disparos, cambiar el curso de la historia hiriendo gravemente nuestro sistema democrático, algo que lamentablemente en gran parte logró. El crimen de Yigal Amir fue perpetrado contra más de la mitad de la ciudadanía israelí que eligió a Itzjak Rabin y al proceso de paz, que eligió por el camino de la convivencia y no el de la guerra.
Yigal Amir asesinó mucho más que a una persona, asesinó un ideal y un futuro promisorio.Lamentablemente hoy, 12 años después del crimen, aún vemos los resultados de ese brutal crimen: una serie de gobiernos fracasados, intentos de acuerdos de paz frustrados, líderes sin rumbo y partidos políticos que funcionan dentro del sistema democrático israelí que tienen el tupé de "apiadarse" de este asesino, mientras a su vez mantienen una retórica racista que atenta constantemente contra las posibilidades de un futuro mejor.
La democracia es un sistema, un valor, un ideal. Los ideales no son siempre tangibles ni se compran en el supermercado. Las únicas ocasiones en las cuales podemos "palpar" la democracia son durante las elecciones. Un pueblo debe ser suficientemente maduro para poder valorar, conservar, cuidar y resguardar un bien no tangible como la democracia. Yigal Amir no solo asesinó a Itzjak Rabin, asesinó a la democracia israelí y este crimen no es comparable con ningún asesinato de una persona por más grave que el mismo sea. Yigal Amir perpetró un genocidio. Intentó asesinar el valor supremo de todo Estado, y por eso debe pagar de la forma más severa que la ley pueda dictarlo. Yigal Amir debe ser víctima de la misma democracia que intentó asesinar.
No nos dejemos engañar por falsas definiciones, debemos actuar en contra de aquellos grupos que abusan de los conceptos de democracia y derechos humanos a fin de liberar a Yigal Amir. No dejemos que sectores políticos fascistas se abusen de la débil memoria colectiva para atenuar lo que fue, quizá, la mayor catástrofe de la joven historia de la democracia israelí.
2 comentarios:
Es un héroe, abajo el sionismo, viva palestina libre.
Hijos de puta sois los dos,sin merecer otro nombre.Tanto tú como el alaluf ese.
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