Publicado 14 de Noviembre 2007 en:
http://www.wzo.org.il/es/recursos/view.asp?id=2320
Aún no está muy claro sobre que se tratará en la Conferencia de Annapolis, las reuniones preliminares entre los líderes no parecen ser muy promisorias. La agenda de la misma no ha sido definida, o al menos, no ha sido publicada. Los temas de esta Conferencia parecen ser un misterio. Lo único que está definido hasta el momento es el lugar: la Academia Naval de Annapolis, Maryland. ¿Cómo llegan las partes a esta Conferencia?
Siete años, miles de muertos y una nueva Conferencia
El último gran intento para lograr un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos fue durante la presidencia de Bill Clinton, a fines del 2000, cuando en Camp David el difunto Yasser Arafat y el ex Primer Ministro Ehud Barak intentaran, sin éxito, llegar a un acuerdo. Este fracaso es visto como uno de los detonantes de la cruenta intifada palestina que cobró miles de vidas en ambas bandos.
Los temas críticos, tras siete años de lucha, siguen siendo los mismos y pueden resumirse básicamente en tres puntos: los límites del futuro estado palestino, el estatus de Jerusalén, y los refugiados palestinos.
Siete años más tarde de lo que fuera el fracaso de Camp David los mismos actores llegarán a tratar los mismos temas, pero el contexto y la posición de los mismos ha cambiado.
En el caso de los palestinos, la retirada israelí unilateral de la Franja de Gaza, puede considerarse como una especie de victoria para ellos. Una amarga victoria que vino a cuenta de una guerra civil interna entre Fatah – Hamas y la pseudo-democracia que existía, fragmentación política total, la destrucción casi completa de la economía palestina, la condena internacional, el implemento de nuevas sanciones y restricciones israelíes, entre ellas la construcción de la valla de seguridad, y asociación del régimen terrorista de Hamas con el Eje del Mal liderado por Irán,
Israel, por su lado, debió soportar la segunda intifada, luchar contra el terror mientras que ganó el respecto de la comunidad internacional por su retirada de la Franja de Gaza. La economía israelí se encuentra más fuerte que nunca y desde el punto de vista gubernamental neto – sin tener en cuenta las amenazas generadas por los casos de corrupción – la coalición formada por Ehud Olmert parece ser relativamente estable. El tema palestino si bien hoy en día representa un problema existencial para el Estado de Israel, el mismo no es de carácter, siendo hoy en día la principal preocupación del Estado Judío la amenaza existencial que puede significar un Irán con potencial nuclear y las acciones que puedan ejercer sus "proxys" (Siria y Hizbollá) a fin de arrastrar a Tzahal a un conflicto bélico.
El tercer actor inseparable en todo acuerdo de paz en Oriente Medio es, sin duda alguna, el gobierno americano. La reputación del Tío Sam se ha visto seriamente dañada como consecuencia de la sangrienta y caótica aventura militar llevada a cabo en Irak por George Bush hijo, pero a pesar de la problemática imagen de los Estados Unidos en los países árabes e incluso en amplios sectores de la comunidad europea tanto Israel como la Autonomía Palestina consideran la supervisión americana ser una garantía para la firma de cualquier acuerdo.
Los Estados Árabes moderados que son tradicionales aliados de los Estados Unidos en el Golfo, específicamente Arabia Saudita, ya han declarado que estarían dispuestos a reconocer la existencia de Israel en el marco de un acuerdo regional que solucione el problema palestino y el conflicto Sirio-Israelí. No debemos olvidar que estos estados tienen un problema común con Israel: los delirios imperialistas de Irán.
El mapa político actual se encuentra mucho más polarizado que en el año 2000. Por un lado se encuentran los países y grupos pertenecientes al Eje del Mal (Irán y sus secuaces: Siria, Hizbollá, Hamas y La Jihad Islámica) mientras que por el otro se encuentran los Estados Unidos y sus aliados (Israel, Egipto, Jordania, Arabia Saudita y el debilitado gobierno del Líbano). Esta polarización sugiere que el conflicto palestino-israelí es menos importante en sí mismo convirtiéndose en parte del conflicto regional. Si bien la solución del mismo será positiva para la estabilidad de la zona, la misma no resolverá el conflicto regional.
En busca de un logro
En el caso de Olmert, el apoyo de la población israelí va en descenso cada día, el fracaso de la aventura militar israelí del año pasado, la Segunda Guerra del Líbano y la sombra de la comisión Winograd que aún lo persigue y amenaza con costarle su codiciado puesto - al que llegara por una mala jugada del destino – como le ha costado a al ex Ministro de Defensa, Amir Peretz y al Jefe Mayor del Ejercito, Dan Halutz; a esto se le unen a la lista de investigaciones por corrupción que se están llevando a cabo en su contra. Solo un gran logro político puede salvar a Olmert e intentar asegurar que su nuevo partido, cuyas bases ideológicas no son claras, no desaparezca del mapa político israelí en las próximas elecciones.
Mahmud Abbas, por su parte, paso a ser presidente de "media" Autonomía. La expulsión de su grupo militar y político, Fatah, de la Franja Gaza y el control completo de Hamas en esta zona lo debilitó completamente amenazando su liderazgo en una forma sin precedentes dentro del movimiento nacional palestino. Fatah hoy en día prácticamente no existe en la Franja de Gaza, sus activistas y partidarios fueron expulsados o eliminados. Solo un logro concreto en Annapolis podría darle la posibilidad de comenzar a soñar con ser un líder político también en Gaza y unir nuevamente al pueblo palestino bajo un único sueño nacional.
Los problemas
Por el lado de Mahmud Abbas, el desafío no es menor. En caso de que renuncie al derecho de los refugiados a regresar a territorio israelí (la histórica "bandera" de la lucha del movimiento nacional palestino) deberá a cambio obtener garantías para su pueblo, deberá conseguir un compromiso israelí sobre los bordes del futuro Estado Palestino y la soberanía del mismo sobre parte de Jerusalén. Seguramente - al igual que como lo requirieran los palestinos en Oslo – los palestinos pedirán un programa con fechas y solicitarán otros cambios rápidos que justifiquen el acuerdo (como por ejemplo la liberación de prisioneros palestinos y el levantamiento de los puestos de control del Ejercito Israelí en los territorios ocupados).
Los países árabes temen que esta Conferencia se convierta solamente en un evento mediático que, al no dar resultados, perjudique al débil Presidente Mahmud Abbas y fortalezca consecuentemente a Hamas y a los sectores radicales islámicos de la región.
Las Consecuencias
Otra consecuencia negativa sería el duro golpe que le proporcionaría a Mahmud Abbas y como consecuencia a la línea secular dentro de la política palestina. El ya debilitado Fatah recibiría un nuevo knock-out que podría llevar al consolidar a Hamas también en Cisjordania.
El prestigio del gobierno americano, y su estatus de mediador también se verían seriamente dañados. Se pondría en duda la capacidad de los Estados Unidos de ser el mediador en este conflicto y los países árabes moderados intentarán tomar distancia del proceso palestino – israelí a fin de no ser dañados.
Como pudimos observar este proceso político es sumamente frágil y peligroso, pero, justamente el riesgo del mismo quizás sea un incentivo lo suficientemente importante para que ambos lados realicen los esfuerzos necesarios para que el mismo de resultados positivos, teniendo en cuenta que el prestigio personal del Premier israelí, el Presidente palestino y el gobierno americano están en juego.
Desde el punto de vista teórico ambos lados saben cuales son los pasos a seguir para solucionar el conflicto, al menos conceptualmente hablando. Pero tras 7 años de estancamiento del proceso de paz acompañados por una sangrienta lucha el precio a pagar por la paz puede ser aún más alto que en el pasado. La pregunta es: ¿Tienen Olmert y Abbas el poder político necesario para tomar estos pasos?
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