lunes, mayo 02, 2005

La guerra por las noticias

La prensa israelí durante la segunda Intifada

Los medios de prensa en las democracias occidentales, generalmente, operan de acuerdo a un código de conducta aceptado por la mayoría, según el cual -y de acuerdo a los principios del mismo- los periodistas deben cumplir y respetar preceptos como "independencia", "imparcialidad", "búsqueda de la verdad" y "exactitud" a fin de informar y permitir a la población formar sus propias opiniones. Lamentablemente debemos admitir que esta imagen "ideal" generalmente no se cumple, especialmente cuando se trata de épocas de conflicto.

El conflicto palestino-israelí ha generado muchas preguntas sobre el rol de la prensa, la responsabilidad de la misma, y hasta dónde la prensa local debe o puede ser imparcial para cumplir con los preceptos enunciados anteriormente.

¿Guerra ó insurrección? Definiendo el ámbito analítico

La prensa israelí es indudablemente una de las víctimas de este conflicto. Con el comienzo de la segunda Intifada los medios locales debieron -o se voluntarizaron a- sacrificar los leales principios a los cuales deben estar ligados los reportes responsables.

Para la prensa israelí la segunda Intifada, al igual que la primera, fue caratulada como una "guerra", a pesar de que el término de "guerra" puede ser discutido por los diferentes grupos políticos israelíes. En efecto, si los grupos de derecha consideran a los territorios ocupados (llamados así por las resoluciones de la ONU) parte integral del estado judío, deberían rechazar sobre bases ideológicas este concepto de "guerra" y caratular la Intifada de "revuelta" o "insurrección". Sin embargo, incluso para estos grupos, los más radicales de la sociedad israelí, el término de "guerra" ha sido útil -e incluso adoptado entusiastamente- a fin de justificar acciones militares.

Los grupos políticos israelíes más moderados aceptan la denominación del conflicto como "guerra", ya que este concepto implica un enfrentamiento entre dos pueblos o naciones.

Desde el punto de vista operacional, la situación es bastante confusa, ya que en las confrontaciones se observa un ejército contra civiles (en muchos casos terroristas, pero vestidos de civiles), lo que dificulta aún más la descripción del conflicto como guerra de acuerdo a las convenciones conceptuales de la misma. De todas formas -mientras este debate continúa- aun cuando la Intifada ha finalizado oficialmente, las escenas diarias de enfrentamientos entre soldados y multitudes palestinas no pueden ser descriptas como simples "revueltas" o "disturbios".

Los medios de prensa que pertenecen a alguna de las partes de un conflicto, una vez que el mismo es enmarcado y cuenta con el consenso popular sobre las características bélicas y amenazantes del mismo comienzan a actuar según los parámetros que se adecuen a las necesidades del público.

El amplio consenso en los diferentes sectores políticos y, por ende, en la población sobre las características bélicas de la Intifada, que la transforman para la opinión pública israelí en una "guerra", facilitan sin duda el rol de la prensa local dejando bien en claro qué se espera de ella, qué tipos de reportes, análisis y opiniones debe emitir. Los medios de prensa deben cuidarse a fin de no ser caratulados de "traidores", "incitadores", "zurdos" o "pro-palestinos", limitando así de forma indiscutida la capacidad de los mismos de brindar informes responsables e imparciales a fin de permitir a la población sacar sus propias conclusiones sobre la realidad y el conflicto.

A diferencia de un proceso de paz, una guerra o conflicto es más fácil de cubrir para cualquier periodista. Los procesos de paz son complejos, muchas veces se llevan a cabo en secreto, son difíciles de cubrir y no cuentan con la cuota de drama necesaria para convertirlos en suficientemente atractivos. Sin lugar a duda, una explosión es más atractiva o llama más la atención que la firma de un acuerdo en algún balneario.

La "guerra" puede ser dividida en series de dramáticos eventos e historias relativamente simples. Estas historias están compuestas por detalles concretos: lugares físicos, qué ocurrió, cuántos muertos hubo, facilitando al espectador el entendimiento de la misma.

Noticias en conflicto... de interés

"Supongamos que por una semana todos los medios de prensa israelíes -radios, televisión y periódicos - deciden informar sobre todo lo que ocurrió... a los palestinos. Durante esta semana la prensa israelí no sólo informará sobre los misiles que caen sobre asentamientos judíos, sino también sobre cada misil que cae sobre hogares palestinos... Informarán sobre los judíos que mueren pero también sobre los palestinos que mueren. Los palestinos tendrán nombres, edades e historias personales. El primer objetivo de este esfuerzo será periodismo básico: intentar informar lo que ocurre realmente y no sólo según la perspectiva israelí. Pero este proyecto tendrá también un resultado secundario...dado que sin información completa uno no puede dirigir una política racional. Esto también forzaría al público israelí a realizar serios cuestionamientos a sus líderes". (Amira Hess - Ha´aretz, 26 de Septiembre del 2001, pag. B1).

La rápida sucesión de hechos desde la fracasada conferencia de paz en Camp David en julio del año 2000 hasta la visita de Ariel Sharón -líder de la oposición en ese momento- al Monte del Templo, el 28 de septiembre de ese año, a fin de expresar su determinación a mantener Jerusalem indivisible, demostraron las diferentes maneras con las que los medios de prensa enfrentan la "paz" y la "guerra".

En las semanas posteriores a esta polémica visita muchos debates en la prensa local e internacional se centraron en si fue este hecho el motivo por el cual surgió la nueva Intifada. El gobierno de Barak apoyó a Sharón argumentando que Arafat aprovechó este acontecimiento para iniciar una nueva ola de violencia contra Israel y así obtener más rédito en las negociaciones.

Estos nuevos disturbios fueron interpretados por amplios sectores de la sociedad como la prueba final del fracaso de Oslo. El péndulo ideológico y político en la sociedad israelí se inclinó rápida y dramáticamente hacia la derecha. El gobierno de izquierda de Barak fue el que tuvo que llevar a cabo la "ardua tarea" de poner orden y frenar las revueltas palestinas. El 29 de septiembre de 2000, un día después de la visita de Sharón al Monte del Templo, cinco palestinos murieron en enfrentamientos con Tzahal y al día siguiente once más fallecieron, incluyendo a Muhamad al-Dura de 11 años de edad, cuya muerte fue transmitida en vivo y en directo a todo el mundo mientras su padre lo escudaba con su cuerpo, causando un daño mediático casi irreparable a la imagen internacional israelí.

El hecho de que la izquierda israelí, liderada por Barak, tuviera que reprimir violentamente a los palestinos aseguró un éxito masivo al nuevo marco anti-palestino que tomaría la prensa. Estas acciones del gobierno de izquierda generaron un consenso con la derecha israelí, un consenso entre las elites políticas -similar a lo ocurrido en Estados Unidos en los primeros años de la Guerra de Vietnam- que llevó a la prensa a tomar una postura clara, poco crítica y no independiente.

La prensa no sólo reflejó los cambios en el ambiente político sino que sirvió como agente para intensificar los mismos y proveerles la estructura narrativa necesaria.

Las grandes dificultades de la prensa en apoyar el proceso de paz de Oslo -existentes también en la sociedad- se convirtieron lentamente en una "lucha mediática" contra los palestinos.

Básicamente se pudo percibir la agrupación de los diferentes actores del conflicto en dos grandes bandos determinados por la prensa israelí: los "buenos" y los "malos". En el caso de la Intifada, los reportes de la prensa israelí dejaron muy en claro a los espectadores locales quiénes eran los "buenos" y, como consecuencia, quedó aclarado quiénes eran los "malos". Pudimos observar cómo los medios de prensa categorizaron a las partes del conflicto en dos grandes grupos, "nosotros": quienes cuidamos la ley y el orden e intentamos defendernos de la amenaza externa, y "ellos": que no saben lo que es justo y nos desafían.

En el caso de "nosotros", el enfoque se centró fundamentalmente en la necesidad de responder a las amenazas del enemigo, justificar el uso de fuerza -excesivo en muchos casos- a fin de mantener el orden. Generalmente, el protagonista más fuerte del conflicto -"nosotros"- tiene interés de mantener el status quo a fin de cuidar sus propios intereses, nacionales e internacionales; por el contrario, el lado débil del conflicto -"ellos"- está interesado en invertir este orden y romper este status quo.

En el lado de "ellos" intentan romper esta situación de "injusticia" por medio de un desafío constante al "enemigo". Esta idea de injusticia posee dos grandes asunciones intrínsecas: 1) la injusticia basada en la falta de igualdad de poder de ambas partes, y 2) la existencia de una necesidad implícita, o en períodos de conflicto explicita, de rebelión o guerra a fin de terminar con la "injusticia".

Este tipo de reporte llevó a un cambio en el modo de informar de la prensa israelí, las noticias fueron invadidas por titulares violentos relacionados a los palestinos. Otro cambio fue un notable incremento en la cooperación entre los medios de prensa y los actores militares y políticos israelíes, sin dejar lugar para criticar a los mismos. El último cambio se pudo observar fundamentalmente en una cobertura etnocéntrica de la muerte: mientras que las bajas israelíes tenían extrema importancia, las muertes palestinas recibían poca atención y sólo eran números. Ninguna de estas rutinas es inusual, son características típicas que adoptan los medios de prensa en países que van a la guerra. Pero, si bien quizás como simples espectadores no podamos cambiarlas, el comprender cómo funcionan estos mecanismos puede llegar a aclararnos qué tipo información recibimos.

Prensa internacional: ¿controlarla o aprovecharla?

Si bien como pudimos observar la prensa israelí no ocupó un rol imparcial durante esta segunda Intifada, los reporteros palestinos tampoco actuaron según los leales principios de imparcialidad y profesionalismo enunciados con anterioridad. Ambas partes del conflicto fueron conscientes desde el comienzo que la lucha por las noticias y los titulares es tan importante como las batallas armadas en el terreno. Mientras que la discusión sobre la influencia de la prensa sobre este tipo de conflictos aún está abierta, está claro que las consideraciones de los medios de prensa tienen influencia sobre las estrategias de los actores del conflicto. Israelíes y palestinos son conscientes que desean llegar a la audiencia internacional y la mayor lucha se centra en quién será mediáticamente cubierto como agresor y quién como víctima.

La dependencia en la prensa internacional es particularmente fuerte en el lado palestino, por sus características como lado débil del conflicto, y es la prensa el arma con que cuentan para lograr que el mundo intervenga. El rol más poderoso de los medios de prensa en este tipo de conflictos es exactamente este, cuando se convierten en los portavoces que permiten a la parte débil enrolar apoyo de terceras partes ajenas al conflicto.

Por parte de Israel, el mayor objetivo es minimizar el daño que los medios internacionales puedan causarle. Las imágenes de palestinos muertos o heridos son una amenaza directa a las relaciones del estado judío con los Estados Unidos, Europa y el mundo árabe. Israel debe convencer al mundo de que los palestinos intentan por medio del terror conseguir lo que no obtuvieron en las mesas de negociaciones.

Esta preocupación de ambos lados del conflicto en lo que se transmite al mundo entero se refleja de diferentes maneras. Quizá la más macabra de todas sea la lucha por supremacía visual en la presentación y promoción del dolor y el sufrimiento. Esta segunda Intifida nos dio al menos dos claros ejemplos -uno de cada lado- del poder de las imágenes. El primero, ya enunciado anteriormente, fueron las dramáticas imágenes del niño palestino muerto en un tiroteo mientras su padre intentaba cubrirlo. La segunda fueron las escenas del sangriento linchamiento perpetrado a soldados israelíes por una turba en Ramallah. Cada una de estas escenas se convirtió en poderosos símbolos para ambas sociedades, símbolos usados por los líderes y los medios de prensa de ambos lados para demostrar la brutalidad del enemigo.

Podemos observar que los medios de prensa tienen un rol importante en el conflicto palestino israelí. Quizás el problema más importante sea la "sed" de violencia que tienen los medios a fin de captar la atención de sus espectadores. La prensa israelí relata la historia del terrorismo palestino y los palestinos relatan la historia del salvajismo militar israelí, mientras que la prensa internacional decide cada día en un juego independiente a qué lado le dará el derecho de mostrar las imágenes más sangrientas. Quizás este juego, cuyo principal premio son gigantes titulares de color rojo, alimente la creencia de que la violencia es la única forma de conseguir la atención de la comunidad internacional sobre una causa propia.

Israelíes y palestinos tienen muchos más motivos para odiarse los unos a los otros que simples titulares, pero el hecho de que la prensa ocupe un lugar tan central en este conflicto genera un importante impacto en los combatientes. Los gladiadores de hoy en día deben mantener un ojo en su enemigo y otro en su público.

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